2 de abril de 2013

Crítica: The Walking Dead, tercera temporada. Decepcionante.


Pura incoherencia y un dramatismo recalcitrante han colmado esta temporada de Walking Dead. Muertes estúpidas y diálogos que han aspirado a ser transcendentales pero lo único que han conseguido es ralentizar completan esta temporada. Parece que no vamos a ver ninguna temporada que nos guste de principio a fin.



Esta tercera temporada empezó muy bien. Digamos que la primera parte es intachable. Me he quejado amargamente de que al Gobernador no lo han puesto suficientemente malo, lo que luego desemboca en incoherencias, pero de eso hablaremos más adelante. La trama fluía con regularidad. Mucha tensión masticamos en la primera parte, con una muerte tan ansiada como sorprendente por su prematuridad.


Se instalan en la cárcel, al poco Michonne se cansa del Gobernador y se presenta a Rick, que, con reticencias hasta el final, la acaba aceptando. Ella es el personaje más importante de esta temporada. Llegamos al parón de Navidad con un nudo en la garganta porque el Gobernador hace que se enfrenten Daryl y Merle, los hermanos. Gritamos todos al televisor por dejarnos dos meses en ascuas y, cuando la retomamos en febrero, caemos en picado en una espiral de aburrimiento y sinsentido. Y es que dijeron dieciséis capítulos va a tener esta temporada, y pensamos: “Bien, así desarrollan mejor el apoteósico enfrentamiento en la cárcel”. Mal, chicos, demasiadas expectativas. En esta segunda parte de la temporada nos hemos encontrado un cúmulo de capítulos de relleno. El mejor sin duda cuando Rick encuentra a su exvecino y estrecha vínculos con Michonne, el resto mierda de pavo sin ningún peso argumental y absolutamente prescindibles. ¿O qué me decís del momento me siento a negociar con el Gobernador?


El motivo principal de mi ira es, simple y llanamente, que los personajes en esta segunda parte se vuelven aún más tontos. Por ejemplo, las dudas de Rick. Incoherencia absoluta, porque Rick será lo que sea, pero lo primero es noble, ni se plantearía ese intercambio absurdo. Y el segundo motivo es la trama que no se desarrolla, pierde ritmo con capítulos de relleno y esperamos un enfrentamiento que no llega.


Y es que además del ritmo irregular, los personajes en esta temporada tienen su miga. Andrea, ya que Lori es… Andrea se convierte en el centro neurálgico de mi odio. Andrea debería molar, pero he desistido en comparar la serie con el cómic, es una “adaptación” muy libre. Andrea, que le encanta eso de juntarse con los malos, se encapricha con el Gobernador y, lejos de ser determinante en el devenir de los acontecimientos, acaba atada a una silla por su propio Gobernador mientras Rick y compañía hacen un amago de lucha final.

El resto de los personajes entran en declive a partir de la segunda parte. Glenn y Maggie tienen un enfado absurdo cuando vuelven a la prisión, tanto que se quieren, para después reconciliarse… absolutamente innecesario. El paso de Tyresse por toda esta temporada es lamentable y culmina con su llegada a Woodbury, con el Gobernador, para luego volver con Rick… Yo creo que no tenían muy claro qué hacer con el personaje y dijeron “Pos que se pasee”. Merle y Daryl… Con Merle en su línea y Daryl más bueno cada día, no me ha gustado el desenlace de estos dos hermanos, excesivo dramatismo y poca efectividad. Con lo práctico que es su personaje, no es coherente cómo acaba, por mucha venganza que sea.


A Carl intentan ponerle oscuro, pero rozan lo desalmado también sin sentido. Carl debería ser oscuro y desalmado cuando está en peligro su vida, no gratuitamente. Y Rick… menudo líder, todavía me acuerdo del momento vahído de “Me salgo de la prisión porque veo visiones”. Absurdo.


¿Y os habéis fijado en la música que han incrustado, que quita muchísima ambientación en varios capítulos de esta segunda parte? De hecho, ese es otro motivo, no he visto ese estilismo pos apocalíptico, presente en el resto de las temporadas.

Pero todo esto hubiese tenido un pase si el último capítulo hubiese sido decente, cosa que no es. Llegamos al capítulo dieciséis, después de un quince corto y lamentable, y nos encontramos un amago de ataque, nada heroico ni reseñable, no os penséis… Resumiendo, Rick y su grupo los rechazan, y el Gobernador, que había manipulado a unos cuantos, se encuentra huyendo y con su gente pensando sólo en rendirse… No entiendo, y puedo ver el capítulo una y mil veces que no lo entenderé, por qué hace eso elGobernador. “Si me voy a quedar sin ejército, total…”. Lejos de que parezca un psicópata, parece un histérico que no sabe manejar la situación. Y, amigos, el Gobernador de verdad sí que sabe manejar la situación y cortar por la sano. Lo mejor es que nadie de su gente se revuelve, teniéndole a tiro, ni uno solo, repito, ni uno solo se atreve a disparar. Y esto no es ser quisquilloso, es que es imposible que suceda eso, incoherente rozando niveles insospechados. Tienes a veinte, quizá treinta tíos que acaban de volver de un ataque, asustados y armados, y de repente su jefe les empieza a disparar en una idea de olla monumental, ¿y tú llegas y me quieres vender que no hay ni uno sólo con las narices de meterle un balazo al pirado del parche? ¿Aunque sea por el susto? Venga hombre. Por favor.

Estoy muy dolida porque el cómic ocho es el mejor, por cómo se desencadena todo, y aunque en la serie parece que vamos a tener otra temporada en la cárcel, dando tiempo al Gobernador a reagruparse y contraatacar, ya no lo veré igual. Porque en el cómic también pasan mucho tiempo en la cárcel y con el Gobernador dando por saco, pero hay acciones, consecuencias, acciones, consecuencias y un gran desenlace. Nada de saltar de episodio a episodio estirando esta fiebre zombie, que zombies vemos pocos y además siempre el mismo, que hay uno que sale en prácticamente todos los capítulos y, obviamente, lo matan también en todos los capítulos, y exprimiendo el fenómeno.

Después del discurso mi valoración es clarísima: esta tercera temporada es igual de regulera que las otras. Lo bueno de la segunda es que acaba arriba, después de un principio de temporada soporífero, al contrario de esta, que empieza genial y acaba… con el dramatismo incoherente de una muerte que te hace respirar de alivio y no de tensión, y dejándonos con vistas a una cuarta temporada en la cual no depositaré ni la más mínima esperanza.

¡Juzga por ti mismo!

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