16 de junio de 2013

Crítica: Orphan Black, primera temporada. La sorpresa de la temporada.



Tatiana Maslany me ha cautivado. Acción, clones y una intriga que va en aumento capítulo a capítulo. LA serie de la temporada.


En Internet había leído varios artículos positivos sobre ella. Y después de Utopía, que la descubrí igual, le di una oportunidad. No pude haber hecho algo mejor, porque Orphan Black me ha mantenido en vilo, cosa que no conseguía desde Homeland. Porque la intriga y el afán por conocer las respuestas hace que veas la temporada de seguido y sin despeinarte.


El piloto me atrajo, pero me uno a los que comentan que es el capítulo más flojo de toda la serie. Os la voy a vender. Orphan Black comienza con Sarah (Tatiana Maslany) esperando al tren. Una figura le llama la atención, se acerca a ella. Es una mujer con su misma apariencia y que salta a las vías del tren dejando a Sarah estupefacta. A partir de ahí, Sarah adopta la identidad, ya que son físicamente iguales. Luego descubrirá que la suicida, Beth, está dentro de una trama con clones, un asesino que quiere eliminarlas y una investigación policial de por medio.

Llamarlo ciencia ficción es excederse, porque lo más aproximado son las investigaciones científicas, de las cuales son protagonistas. Pero la estética de la serie, aunque a simple vista no tenga nada en especial, es particular. Los planos, los tonos… la diferencian de cualquier serie de manual. Roza todo el tiempo ese toque indie tan necesario, y que me encanta, para que destaque entre tanta producción estándar. Predominan los colores grises y un ambiente muy urbano, gracias sobre todo al mejor amigo y hermano de la protagonista, Felix (Jordan Garavais).


Mención aparte se merece Tatiana Maslany. Desde luego se han ahorrado en reparto.Quitando a Felix, los personajes que se cruzan en el camino de las clones son ambiguos. No sabes si son buenos, si son malos… El guaperas, Paul (Dylan Bruce), es el novio de la suicida, y Sarah, al suplir a ésta, se ve obligada a lidiar con él. El marido de Alison o la compañera de Cosima, Delphine, ¿espían o ayudan a estas chicas? Sospechas e intrigas durante toda la temporada. porque esta canadiense se merece un Emmy como poco por encarnar a todas sus dobles que, obviamente, no pueden ser más distintas entre sí. Sobre todo, Alison “la maruja” y Helena la perturbada. He de admitirlo, en más de una escena me han entrado las dudas de si tenía alguna gemela, porque no se nota en absoluto. Debe de haber sido divertido grabarlo. Destaco también Maria Doyle Kennedy (Los Tudor), que interpreta a la tutora legal de Sarah y que cuida a la hija de ésta, Kira. Ambas tienen un papel relevante para la trama, sobre todo de cara a la segunda temporada.


Quitando a Felix, los personajes que se cruzan en el camino de las clones son ambiguos. No sabes si son buenos, si son malos… El guaperas, Paul (Dylan Bruce), es el novio de la suicida, y Sarah, al suplir a ésta, se ve obligada a lidiar con él. El marido de Alison o la compañera de Cosima, Delphine, ¿espían o ayudan a estas chicas? Sospechas e intrigas durante toda la temporada.


El ritmo se vuelve vertiginoso. Puedes empezar viendo un capítulo por día, para luego llegar al sexto y acabarte la temporada hasta el décimo del tirón. A grandes rasgos la trama está bien hilada. Lo único que me ha chirriado, y lo siento si lo consideráis como spoiler, es el repentino enamoramiento de Sarah hacia Paul. Pasan de sospechar el uno del otro a quererse, acabando la temporada otra vez con suspicacias poco justificadas. Nadie es perfecto.

Si me tengo que quedar con un clon es con Alison. Es la que más evoluciona de las cuatro, aporta el toque de humor y el punto paranoide gracioso. Y sus intuiciones se demuestran al final.


La policía en la serie adopta un papel que odio a más no poder: el de los que no se enteran de nada pero tocan las narices metiéndose en medio de vez en cuando. Al principio, Art (Kevin Hanchard), entorpece a Sarah negándose a darle su dinero. En la segunda parte de la temporada descubren la existencia de varias “sarahs”, llegándola a detener… Las intervenciones de la policía te inquietan porque siempre la perjudican o la ralentizan en algo. Qué ganas de estamparlos, sobre todo a Angela Dengelis (Indra Cadranel), nombre irónico donde los haya.


Sintetizando, esta serie es de las que te deja con: “¿Y ahora qué voy a ver?”. Porque llena, te implica, te sobresalta, te mantiene en vilo… es lo que pido a una serie, que enganche con fundamento. Hay opiniones de todos los gustos sobre el episodio final, para mí da bastantes respuestas y abre varios frentes coherentes de cara a la segunda temporada, es frenético y cumple su función: Dejarnos con ganas de más.

¡Juzga por ti mismo!

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