Reseña: La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joel Dicker. Sobrevalorado.
Avalado por la crítica europea y promocionado como uno de los mejores libros del año, podían ocurrir dos cosas: una que fuera cierto y fuese un buen libro, dos que fuera una exageración para vender ejemplares. Para mí es lo segundo. No es una obra maestra. No es nada nuevo. Es un libro entretenido, adictivo, pero se queda muy lejos de ser una obra maestra. Mucho ruido y pocas nueces.
Que si el sucesor de Larsson, que
si el thriller del año… Patrañas. Suspense, cliffhangers, sí. Pero con recursos
narrativos burdos y poco elaborados, que rezuman practicidad y poco ingenio. Es
obvio que con estas características no se puede hablar de obra maestra y no se
debería del libro del año. Pero la publicidad hace milagros, sino que se lo
digan a E.L. James.
Todo parece negativo. Lo es. El
libro me ha gustado, pero tenía las expectativas demasiado altas. Si a eso le
unes una cantidad considerable de previsibilidad y un final prácticamente
fortuito que no está a la altura del resto del libro… Pues, eso. La frase “no
es para tanto” podría pintarse en la portada en lugar del faldón atrayente y
falso que le han puesto.
Realmente estoy enfadada, porque
me siento idiota y engañada con este libro. Como si hubiesen insultado mi
humilde inteligencia. En fin… El libro, para que el que no sepa de qué va,
trata sobre un escritor, Goldman, que se ve en la necesidad de defender a su
antiguo profesor, maestro y amigo, Harry Quebert, de una acusación de asesinato de una chica
de quince años que ocurrió en 1975.
A mí me vendieron otra cosa. El
libro empieza en primera persona, desde el punto de vista del idiota del
protagonista, Marcus Goldman, escritor (palabra que repite hasta la saciedad,
como si necesitara suplir alguna carencia el verdadero autor, Joel Dicker. Estos
suizos…). Desde luego, el principio es lo mejor del libro. Cómo nos perfila los
personajes, cómo se va enredando el asunto, cómo la fe en su amigo no se
quiebra ni un segundo, cómo todos los personajes parecen tener motivos, cómo
esa chica, Nola, no es lo que aparenta ser… Y me diréis, joder, pues eso es un
thriller, y yo os diré: sí, eso sí. Hasta que llegamos al ecuador,
aproximadamente, y el autor pierde consistencia y se convierte en un cruce
entre Jessica Fletcher, en su casa de verano, y Richard Castle creyéndose
gracioso, guapo y policía. ¡Un desastre!
Lo peor, sin duda, es que este
libro está escrito en serio. No es un capitulo de Se ha escrito un crimen o de
Castle, donde el sentido del humor, afortunadamente, tiene su apropiado
protagonismo. No. Este señor intenta, poco a poco, dotar a sus páginas de una
trascendencia que no consigue, intenta transmitir alma, y no lo consigue,
intenta ser algo más que un best-seller de verano, y no lo consigue.
Hay tramos que parecen más
sacados de un libro triste y malo de autoayuda para escritores mediocres. ¿Os
he dicho ya cuánto odio que los personajes de los libros sean escritores o
acérrimos lectores? Creedme, mucho.
Sin embargo, lo que más me ha
decepcionado ha sido la calidad literaria. No estoy diciendo que esté mal
escrito. Para nada. Simplemente utiliza recursos burdos para “su tierna edad de
veintisiete años”, como dijo alguna por ahí.
Como ya he dicho el libro está en
primera persona, complementado con flashbacks de 1975. Hasta ahí, bueno.
Hubiese tenido mayor dificultad si mantuviera la primera persona y sólo se
sirviera de las declaraciones para contar todo al lector, y mantener así que la
información que recibe el protagonista la reciba a la vez el lector. Pero para
qué complicarse si puede hacer un batiburrillo de tiempos verbales, tiempos
reales de la novela y personas. Te puedes encontrar con lo que dice Marcus en
primera persona, te encuentras también, de repente, y sólo señalado por un
espacio, que estás en la cabeza de un personaje secundario (en tercera persona,
sí, pero desde su punto de vista). Luego pasas a 1975, donde te cuentan la
historia paralela. A veces, al tiempo que lo descubre el protagonista y otras
veces mucho antes que Marcus.
En fin… el autor tenía cosas que
contar y no se ha molestado en trabajar para contarlas. Las ha ido poniendo
según las necesitaba, según quería complementar tal o cual información de un
personaje o de una situación, a su antojo y sin ningún orden ni concierto.
¡Otro desastre! Y más grande que el anterior, porque demuestra así la baja
calidad del libro.
La trama es adictiva. Si no tiene
eso… Aunque los personajes secundarios, para tener todos motivos, son bastante
planos y previsibles. No digo que me viera venir al final quién mató a la
chica. Pero, oigan, que fue fortuito. Esto tampoco es meritorio. No formaba
parte de una trama trabajada y elaborada con motivos, causas y efectos. Puede
ser spoiler, lo siento, pero no fue premeditado. Veo
necesario decirlo para que no os esperéis que el caso en sí mismo tenga unas
respuestas a la altura de sus seiscientas páginas. No las tiene.
Las respuestas que nos da el
autor, sin embargo, nos las podíamos oler. No en su totalidad, pero casi. Hay
grandes revelaciones que a lo mejor os pillan por sorpresa. A mí ninguna de
ellas me ha dejado ojiplática. Algunas sirven para cerrar círculos y subtramas
decentemente, otras se les intenta dar demasiada trascendentalidad. Demasiada.
Lo que hace que te importe un pepino.
No he empatizado nada con los
personajes. Ni con Goldman, ni con Quebert. Son coherentes, pero insoportables, sobre todo
el primero. Además no he terminado de creerme por completo ningún tipo de relación que crea entre los personajes. Por ejemplo, al principio me hacía gracia que la madre de Goldman fuera tan exagerada y pensé "todas las madres son iguales", pero luego con cada conversación en la que intervenía me pareció poco natural y poco creíble.
Como la conversación que mantiene con Gahalowood, el sargento, un hombre huraño pero competente, que desde el principio le cae mal el escritor. Pues luego crea una relación de colegueo que ni Beckett en Castle. De repente, el sargento le cuenta todo sin ningún reparo, y le convierte en su compañero, hasta tal punto de ser capaz de soltarle él, un hombre de pocas palabras, un discurso motivador sobre lo que supone ser escritor para la sociedad para que no abandone. Simplemente me parece poco coherente con el personaje.
Como la conversación que mantiene con Gahalowood, el sargento, un hombre huraño pero competente, que desde el principio le cae mal el escritor. Pues luego crea una relación de colegueo que ni Beckett en Castle. De repente, el sargento le cuenta todo sin ningún reparo, y le convierte en su compañero, hasta tal punto de ser capaz de soltarle él, un hombre de pocas palabras, un discurso motivador sobre lo que supone ser escritor para la sociedad para que no abandone. Simplemente me parece poco coherente con el personaje.
Con el punto de inflexión del
libro, lo notaréis. Antes del desenlace. Sabía que no me iba a gustar cómo iba
a terminar todo. Se había dejado muchas cosas sin responder. Y una bastante
importante, que es la base del desenlace. Lo intenta justificar como un
descuido del protagonista, una pista que no ha investigado. Yo la tenía
presente en mi cabeza… quizás la mencionó demasiado, si la hubiese nombrado
menos, el lector, al igual que el estúpido de Marcus, no hubiese reparado en
ella. Quizás hubiese sido más sorprendente sin tantos indicios. O quizás no es
más que un simple bestseller con ínfulas para que lo entienda y lo compre todo
el mundo.
En definitiva, el libro está bien
(guiño, guiño). Simplemente la imagen que nos ha vendido Alfaguara es errónea.
Si me hubiesen dicho “un thriller adictivo”, vale. Es lo que es. Pero si me
dicen “una obra maestra”, “el sucesor de Larsson”, “una prosa madura y adulta
para sus veintisiete años”… Pues me siento estafada. Lo mejor de Suiza siguen
siendo los relojes, ¿no?
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarYo creo que, en resumen, si eres lectora asidua, deberías moderar tus expectativas y dejar que el libro sorprenda o decepcione a medida que se avanza. Hoy las grandes editoriales buscan carretadas de dinero a base de bombazos como estos, es bien sabido por todos.
ResponderEliminarPues a mi me encanto prueba a escribir tu algo y procura que sea bueno....aunque lo dudo dando lo critica que eres
ResponderEliminarLa reseña de este libro está plenamente justificada, como cualquier reseña es subjetiva y personal —característica principal de hacer una crítica, que es crítica—, por lo tanto puedes estar de acuerdo o no. Entrando en comentarios peyorativos y atacantes demuestras tu juicio, y la necesidad imperante de publicarlo bajo “anónimo”. En fin, tiene que haber de todo en todas partes, con personas así los bestsellers llegan a serlo, una lástima. Suerte con tu criterio.
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