13 de marzo de 2014

Reseña: Amores prohibidos (parte 1), de Leo Mazzola.


Llegué por casualidad a este libro, como suelen llegar las mejores cosas. Lo más obvio es que está escrito por un hombre, un plus llamativo bastante importante acostumbrada como estoy a las lecturas de este estilo por plumas femeninas.

Tengo que reconocer que en un principio me sorprendió. El autor es arquitecto, por lo que sólo había conocido el mundo de la literatura como lector, con lo cual su prosa, sus construcciones me parecieron llamativas. Porque de verdad está muy bien escrito. Pero esto es un arma de doble filo, porque igual que al principio te sorprende la calidad, conforme avanzas el tono te va saturando. Ya no por la forma en la que está escrito sino por la estructura narrativa. En fin, voy a hablar de la trama, demasiado tecnicismo.

El protagonista es Alejandro, un hombre de unos cincuenta y tantos que tras dejar su estabilidad por el amor ahora está resurgiendo, después de que ese amor no funcionara. El nombre del resurgimiento es Eva, una cordobesa veinte años más joven que él, casada pero pícara, que conoce por Internet. Así empieza este libro, en el viaje de Alejandro a Córdoba para encontrarse por fin físicamente, sin tener un ordenador de por medio. De todas las relaciones que describe y por las que pasa, creo que ésta es la mejor narrada. La empatía es una constante y los sentimientos que transmiten tanto Alejandro como Eva son harto realistas y coherentes. Sin renunciar a lo literario, al "hacerlo bonito". Por ejemplo, los poemas que escribe Alejandro para Eva.

Aunque el libro en general me ha gustado hay cosas que, por un lado, se me han hecho muy densas y, por el otro, me han chirriado completamente.

El libro está escrito en primera persona desde el punto de vista de Alejandro. Y ya he dicho que comienza con el viaje de éste. Pues bien, en algunos tramos el protagonista se sumerge en recuerdos profundos de su juventud que duran páginas y páginas. Y te olvidas qué está haciendo el Alejandro del presente. Ya sabéis que el recurso de los flashbacks no los comparto, prefiero que empiece desde el principio. Otro punto de la narración que no me ha gustado tampoco, esto es también personal, son los fragmentos de contexto histórico, como las agitaciones del 68. El autor no intercala una anécdota suya en este acontecimiento, simplemente nos relata qué fue esta primavera del 68 en Europa y cómo llego a España, para después de tres páginas enlazar con "por lo que ese otoño me matriculé en la escuela de arquitectura...". Tampoco es algo que me haya disuadido de continuar, simplemente se me hizo pesado. Algo que también compartí con los tecnicismos arquitectónicos, en las conversaciones que tiene Alejandro con María.

Pero lo que menos me ha gustado, como veterana del género, es la palabra "coño". Tolero el "semen", pero la palabra "coño" y "polla" me parecen lo más zafio del mundo. Si escribes literatura haces descripciones, comparaciones, metáforas... que te ayudan a lograr ese nivel de sensualidad y erotismo. Poner: "vagina", término médico, y "coño" no lo comprendo y me chirría. Salvo en alguna narración donde el lenguaje sea soez de por sí y resulte coherente y justificado en el marco del texto, no entiendo el empleo de las mismas. Y me resultan anticlimáticas, por ejemplo: "me hundió la cabeza en su coño".

De acuerdo, ya sé que la mayoría de los puntos expuestos son negativos, pero este libro me ha resultado interesante por el simple hecho de obtener un punto de vista distinto, por saber cómo describe el hombre las relaciones, por cambiar. Siempre es enriquecedor y si os gustan este tipo de novelas de experiencias sexuales, ésta deberíais leerla. Aunque no sea perfecta.



¡Juzga por ti mismo!


1 comentario:

  1. Muchas gracias Cris por tu tiempo y la dedicación que has prestado a la lectura de mi novela. Un abrazo.

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