7 de febrero de 2013

Reseña: La conjura de Cortés, de Matilde Asensi.



La Conjura de Cortés supone el cierre a las aventuras de Martín Ojo de Plata y su alter ego Catalina Solís, y el aparente final de sus andanzas por la Nueva y Vieja España del siglo XVII. Y menos mal que se acaba.


Para los que no tengáis ni idea de qué va esta historia, la trilogía de Martín Ojo de Plata cuenta la venganza de Catalina Solís contra una panda de detestables, conocidos por el apellido que comparten, Curvo, y que trajeron las desgracias a la familia de la protagonista. Esta novela suena a lo que es, una historia de aventuras en un marco histórico realista.

Barcos, esclavos liberados, piratas, un tesoro (a la fuerza de Cortés), espadas… Posee los elementos básicos para una novela de aventuras entretenida. La escritora ha hecho un buen trabajo de documentación (por otro lado imprescindible para escribir una novela así) y ha hilado una trama y unos personajes que gustan a los lectores. Sin embargo…

Sin embargo, para mi gusto, es una novela sencilla. Esto no quiere decir que sea mala, es, simplemente, sencilla, simplona, lo que implica que, para mí, no se convierta en obra indispensable, sino obra de asueto.

Tres pegas generales me llevan a afirmar esto.

La trama es simple, a pesar de la conjura, de “fácil” previsión. Además, no hay una elaborada confabulación palaciega detrás que venga de lejos, estudiada y comedida, y que explique y enrede todos los elementos, si no algo que casi surge como un hongo, con lo que se cruzan por eventualidad y que solucionan con la misma facilidad. Eso no quiere decir que esté mal, sino que, a mi entender, le resta gravedad y lo convierte en algo liviano, casual. 

Por otro lado están los personajes, que, si bien se puede entender que han evolucionado desde el primer libro, se me antojan lineales o planos, característica muy adecuada a los personajes secundarios pero no al protagonista. Para que me entendáis, el héroe es el héroe y el amigo bravucón es el amigo bravucón, creados a partir de una lista de características más o menos breve y que actúan siempre según su papel. Si alguien tiene que hacer una gracia, ya sabes cuál va a ser. Si alguien tiene que aportar una reflexión, ya sabes cual va a ser. Podréis decir “Pero esto ocurre en la vida real, en todos los grupos hay un gracioso, un listo, un etc.”, y tendréis razón. Sin embargo, si el gracioso escribiera su vida y aventuras, estoy seguro de que dejaría traslucir muchos más aspectos de su personalidad, y así descubriríamos, sorprendidos, que tiene matices, traumas y pensamientos que justifican su actuación y que jamás hubiéramos pensado que poseía, cosas que de seguro volverán muy interesante a este graciosillo del grupo. No todos los personajes se pueden desarrollar en profundidad, pero sí esperaba, quizá, que al menos la protagonista tuviera algún sesgo de personalidad, alguna sombra más profunda, alguna dualidad interna. Y, quitando un par de crueldades comprensibles, justificadas y poco sorpresivas, es la heroína y se comporta como una heroína, siendo justa y matando a los malos, con sus principios bien arraigados y presentes. Cosa que, por otro lado, está muy bien.

Y, por último, lo que más me ha echado para atrás, es el lenguaje. Este es terreno de polémica, pues se trata de una novela ambientada en el siglo XVII y, como ya podéis suponer, Quevedo, Góngora, nuestro Felipe  y demás miembros de la corte no hablaban como nosotros. Es lógico. Sin embargo, la escritora abusa de términos habituales de aquella época. Parafraseando a mi colega Tony Stark (¡JA! Ya me gustaría…) “¿Sabe vuestra madre que os vestís con sus ropajes?”. Ya me entendéis. Shakespeare in the park. No cabe duda de que no se lee una novela de esa época como una de Charlaine Harris, pero, en este caso, estamos hablando de piratas, soldados, bravucones y gentes de mar, que sin duda (y como podemos ver en otras fuentes, entre ellas Gracias y desgracias del ojo del culo, del antes mencionado Don Francisco) no hablaban con tanta pompa y boato. Que quizá no sea para tanto, pero después de un rato de lectura me da la sensación de estar leyendo una obra de teatro y no una novela narrada en primera persona por la protagonista, hija de espadero y criada en mancebía. Es mucho más acertado Diego Alatriste en los diálogos que Catalina Solís en los suyos. Hablan más como se cabe esperar de un soldado o gente de baja estofa, por muy del siglo XVII que sean. Este aspecto quizá sea un poco más negativo que los otros dos, pero bueno, a la vista está que a la gente no le descuadrará mucho cuando se han vendido tantos ejemplares. Yo es que soy muy quisquilloso.

Resumiendo, una novela entretenida de aventuras en ambiente histórico, una de esas de verano, algo que quizá está más cerca de Sandokán que de Los tres mosqueteros, pero que el lector adulto actual lo devora sin pararse a pensar que quizá le gusta tanto porque le recuerda a sus lecturas de juventud, cuando las novelas juveniles no llevaban adolescentes atribuladas sino bajeles, bucaneros y aceros templados, y que aunque ahora considere adulta esa lectura no es más que una prolongación nostálgica.

Nota final: Como he dicho, soy un poco quisquilloso (un poco joputa), así que voy a señalar un nimio detalle que llamó mi atención. No estoy seguro de hallarme en plena razón, pero lanzó la pelota a aquellos que se la hayan leído o se la vayan a leer para que investiguen por su parte. En la página 333, narra Catalina que “Rodrigo se caló el chambergo por el frío…”. Este sombrero obtuvo ese nombre como castellanización del apellido del duque Federico de Schomberg, mariscal al servicio de Francia que, cuando vino a ocupar Cataluña, sus soldados lucían la moda francesa: grandes sombreros emplumados y casacas de mangas anchas. Los españoles pronto se adjudicaron la moda y usaron el apellido del mariscal, previamente pasado al castellano, para nombrar este tipo de casacas y sombreros. Y así, de Schomberg, chambergo.
¿Dónde está el problema? Pues que el dichoso duque Federico no tuvo a gracia nacer hasta diciembre de 1615 (o enero de 1616, no lo tienen claro), y esta historia se desarrolla entre el 1608 y el 1609. Quizá Catalina, como escribe pasado un tiempo, usa ese término para nombrar un sombrero que antes se llamaba de otra forma. Puede ser. O quizá solo es un gazapo asincrónico. En cualquier caso, ahora sabéis de dónde viene la palabra chambergo.



3 comentarios:

  1. Vaya, si que has sido algo duro con el libro, y yo que quería empezar a leerme la serie... Matilde Asensi es una autora que no he probado todavía, y con lo que me gustan a mí las novelas históricas y en especial los piratas, tenía muchas esperanzas puestas en él. ¡Besos!

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    1. Igual sí ha quedado un poco duro, aunque tampoco quería que quedara así.
      Es sólo que me ha parecido una novela sencilla, con personajes simples y que creo que el lenguaje de la época está muy recargado, y esas tres cosas me hacen verla menos "espectacular" de lo que puede parecer, aunque no por ello tiene que no gustarte. La novela en sí está bien. Te animo a que empieces la saga a ver qué te parecen y nos lo cuentes. Entre la gente que se la ha leído hay de todo, están los que la adoran y los que se sienten defraudados.
      ¡Si te animas a ello esperamos tu opinión!
      ¡Besos!

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  2. He leido de esta autora Venganza en Sevilla, que me pareció normalito para pasar el rato, distraido. Y tengo pendiente Todo bajo el cielo del cual me llama la atención la ambientación.

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