11 de octubre de 2017

Crítica: Blade Runner 2049, de Denis Villeneuve. Todo está mal.


No tengo a Blade Runner en el pedestal cinéfilo, me encanta, pero no la idolatro. Sin embargo, esta «secuela» ha servido para recordarme lo mucho que me gusta la primera y lo buena película que es. 2049 no lo es. Es un truño.


Y es un truño a muchos niveles.

Se han aprovechado de la nostalgia para hacernos ir al cine. Sí, otra vez, como si con Star Wars les hubiese salido bien y hubiésemos salido contentos. No escaldada, he vuelto a ver una secuela que protagonizó Harrison Ford en su día, y, aunque en esta no salga ni un tercio del total de metraje, vamos a ponerlo en el póster y en los créditos, que da presencia.

A raíz de Harrison surge el principal problema de la película: la trama. El argumento no se sostiene por ningún sitio y es más propio de una película de sobremesa que de Blade Runner. Los guionistas lo han intentado, seguro que sí, porque adoraban la peli original, no lo dudo, pero el resultado es una patraña incoherente que no está a la altura de su antecesora, ni mucho menos puede considerarse, por sí sola, una película de entretenimiento.

Profundizo. Cae en lo que muchas otras historias han caído, en hacer un conflicto universal, en querer abarcar y darle trascendencia al problema, como si así, por intentar hacerlo grave, nos impactara mucho más. Pero, joder, a un infante puedes engañarle, pero el resto somos mayorcitos. Nada se sostiene. El giro argumental era impepinable y lo ves venir de lejos, aun así se detienen bastante en ello, para que lo digieras bien, aunque lo que consiguen es que se nos atragante. La trama policial y de investigación hace aguas, él es el único que va, pero, oigan, si el conflicto es mundial mandad a más efectivos, que el pobre Joe no puede. A veces tiene superfuerza y a veces se le olvida, del estrés por llegar a todas partes. Un estrés del que se olvida, aunque la jefa le ha dicho que tiene cuarenta y ocho horas para irse, para intimar con su inteligencia artificial. Sí, esta es una de las novedades. El protagonista tiene una relación íntima con su inteligencia artificial que encarna Ana de Armas. Ajá, ¿dónde he visto yo esto y mucho mejor desarrollado…? Ah, sí, ¡en Her!

La trama romántica es tan poco creíble que hasta resulta insultante, en ningún momento importa la historia entre ellos, una historia que está telegrafiada desde el principio, y cuyo final, que debería suponer un clímax dramático… interesante, no consigue perturbarnos lo más mínimo, porque no nos importa.

Y aquí me detengo un segundito. La inteligencia artificial, que también crea la empresa esta famosa, ¿por qué en los anuncios de la calle es una mujer? ¿No debería encarnar la imagen que el dueño o la dueña quiera que tenga? Porque poniendo una publicidad de Ana de Armas desnuda —todo muy gratuito— solo está dirigido a los hombres, ¿o cómo va esto?

Antes de seguir con la trama enlazo este punto con lo sexualizada que me ha parecido la película. La primera, que por cuestiones temporales podría haber justificado más esta sexualización, lo está mucho menos, apenas recuerdo alguna imagen. Pero aquí los anuncios están sexualizados, las prostitutas son solo mujeres, que para estar en el futuro… ya me diréis; y aprovechan para colarnos otro desnudo cuando examinan un androide, por supuesto femenino y blanco. Me ha llamado la atención y no me ha gustado un pelo; los roles femeninos, una vez más, brillan por su ausencia. Todos dependen de un hombre; el personaje de la IA de Joe, y el de la androide de Jared Leto. Y luego tenemos a Robin Wright como extra secundaria, que es la única independiente.


Volvamos al tema de que la trama es absurda. Si me presentas un problema que solo tiene dos posibles soluciones te estás acotando tú mismo, y así resulta la trama conspiranoica de los androides que gira en torno al «¿y si pudieran reproducirse?». Los intereses de las pocas personas implicadas —a pesar de ser un conflicto interplanetario— a veces hasta coinciden, pero están llevados al extremo para que nos quede bien claro quiénes son los malos y quiénes los buenos. Todo hubiera sido más creíble si los personajes que aparecen no estuvieran profundamente conectados al conflicto en sí, muy conectados, y eso que llegan de forma circunstancial, muy casual. El hacer que los personajes que aparecen sean «relevantes» para la trama principal le resta credibilidad; más propio de tramas donde hay un elegido y todo está conectado… mierda, espera.

Todo es muy poco sutil. Con tres películas que he visto dirigidas por Denis Villeneuve puedo, tranquilamente, echarle la culpa. Detener la cámara es una técnica perfecta para dar profundidad, pero hay que saber enlazarla y es muy burdo entre las secuencias. Se detiene en objetos, en «señales», dándonoslo todo bien mascadito, para tontos, nos explota en la cara. Sin importar si esa secuencia tiene carga argumental o estamos hablando de pezones.

Los guiños a la primera película eran esperables, igual que me esperaba que profundizara más en ese universo, más ciudad, ahora que hay más medios para hacerlo. Y no he encontrado por ningún lado ese ambiente opresivo cyberpunk de la primera. La banda sonora ayuda a crear algo de atmósfera, pero al tratarse de una historia con poca acción y sin clímax (insisto, todo nos da igual), pues a veces esa música no se corresponde muy bien con lo que estamos viendo en cuanto a intensidad.

Una de las cosas que me gustan de la original es el ambiente de pluralidad que crea con el idioma y demás en apenas dos detalles; aquí eso no ocurre, y no solo no ocurre, sino que los blancos deben de haber acabado con el resto de las razas, porque solo hay blancos. Qué futuro es ese, si en la anterior parece que los asiáticos habían controlado la costa oeste de Estados Unidos. ¡Aquí solo han dejado atrás sus marcas comerciales y sus neones!

Estoy repasando, porque la gracia de las películas de ciencia ficción son los conceptos que incluyen, aunque se desarrollen poco, y aquí es que no hay nada original ni reseñable. Quizás la máquina de crear recuerdos a los androides, pero es tan poco original como suena.

Desencanto, decepción, basta de reboots y de secuelas ochenteras, por favor, ¡especialmente si se hacen así de mal!

¡Juzga por ti mismo!

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