22 de mayo de 2013

Ortografía: Uso de "por antonomasia"


«Raúl siempre está charlando, es hablador por antonomasia», «El profesor nos llevaba la contraria por antonomasia». Es habitual oír esta expresión, pero ¿cuándo está bien usada y cuándo no?

Los malos usos del lenguaje por malinterpretación y desconocimiento se vuelven frecuentes a una velocidad pasmosa, provocando que nos habituemos al uso erróneo y, en ocasiones, este se vuelva tan popular que la RAE se ve “obligada” a admitirlo. La expresión por antonomasia no llega a estos extremos, pero no resulta raro oírla mal utilizada. Veamos ahora cuál es su acepción correcta.

Del latín y a su vez del griego, antonomasia, según el DRAE, es «sinécdoque que consiste en poner el nombre apelativo por propio. P. ej., el Apóstol, por San Pablo». También vale al revés, cuando se usa el nombre propio por apelativo: Nerón, por un hombre cruel. Y como ejemplos podemos emplear cualquier “mote” calificativo que se intercambia por el nombre propio a la hora de nombrar al sujeto.

El quid de la cuestión viene cuando usamos esta palabra como locución adverbial con el por delante. El DRAE dice de esta locución que «denota que a una persona o cosa le conviene el nombre apelativo con que se la designa, por ser, entre todas las de su clase, la más importante, conocida o característica». ¿Qué quiere decir esto? Traduzcámoslo con los ejemplos del principio: el primero sería correcto, el segundo no. En «el profesor nos llevaba la contraria por antonomasia», la locución hace de sinónimo de por definición, y esto está mal. Por antonomasia no quiere decir por definición, ni por defecto. Se puede entender así de una manera muy vaga cuando se refiere a un nombre, pero no es su significado. Por antonomasia tiene que ir obligatoriamente referida a un sujeto, ya sea persona o cosa, y al apelativo que se usa para designar a este. Usemos la misma estructura de ejemplo: «Pedro es el ligón por antonomasia, liga donde quiera que va», «Siempre está cuidando de todos, Laura es la madre por antonomasia». ¿Se ve la diferencia con la otra forma él hace tal cosa por antonomasia?

El truco es sencillo: recordar que la locución debe ir referida a un nombre y su apelativo. Probad a pensar si se puede formar un “nombre con mote”: Nerón, el Hombre Cruel; San Pablo Apóstol, Raúl el Hablador… Si la respuesta es sí, está siendo usado bien. Si no, ¡MEEE! ¡Error! Cambiad rápidamente la locución por lo que realmente queréis decir.

Hablar con propiedad es simple: solamente hay que estar seguro de que lo que estás diciendo significa realmente lo que quieres decir.

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