15 de junio de 2014

Reseña: La piel Dorada, de Carla Montero. Sensibilidad poética.


Carla Montero, la autora de mi adorada La Tabla Esmeralda, ha vuelto con una novela fiel a su estilo, ambientada en la Viena de 1900, rodeada de arte y con personajes ambiguos. Que, si bien no posee el nivel de su predecesora, consigue evocarnos a una época, a un ambiente y acercarnos a unos personajes que traspasan el papel.


No soy objetiva, lo sé, no puedo con Carla Montero, es mi autora favorita. Pero no me incluyáis en una lista petarda porque yo no tengo libro favorito, ni grupo favorito, ni película favorita, pero sí tengo una autora, esta mujer, que escribe llenándome todos los sentidos.

La historia no es el culmen de la originalidad, por eso he leído algunas críticas negativas, yo no lo entiendo. He repetido y repito que lo bueno y lo importante de un libro no es qué nos cuentan sino cómo nos lo cuentan, da igual que la historia sea parecida a otras que ya hemos visto o leído, el mérito recae en el estilo del autor, dónde hace hincapié, qué elementos usa para contárnoslo.

La piel dorada es una historia de amor encubierta en un thriller. Se podría decir que el protagonista explícito es el inspector Karl, que tiene la misión de investigar una serie de asesinatos en Viena, cometidos por una suerte de Jack el destripador, y todo apunta a que es su amigo el príncipe Hugo Von Ebenthal, un aristócrata que huyó a Estados Unidos después de encontrarse a su novia brutalmente asesinada y haberse visto acusado del delito. Cuando vuelve, los crímenes vuelven a emerger, aunque Karl duda de su culpabilidad. En el epicentro de estos asesinatos está Inés, la musa de un artista, y una mujer misteriosa y magnética.

No os creáis, ni por un momento, que el libro va de la investigación. Karl investiga, claro, pero entre medias están las fiestas de la época, con personajes… curiosos. Está Inés, que por su fortaleza y belleza es capaz de enamorar a todos los hombres. Y está Hugo, preso de su familia, ya que es el heredero del imperio Von Ebenthal y él no quiere serlo, no se quiere un casamiento concertado… Es un gran personaje romántico, no romántico de amor, romántico de tendencia, rompedor, visceral, inconformista y turbado.

Después de explicaros esto, que me encuentre en Goodreads a gente diciendo que los personajes son planos es como… ¿qué libro te has leído? Puede que la historia central no sea LA historia, pero los personajes están perfectamente cuidados, todos ellos.

Como thriller es correcto, como novela policíaca, en la página treinta tenía mis sospechas y después de un cliffhanger y una revelación adecuada, no te esperas quién es el asesino. Lo bueno es que es un personaje que aparece durante todo el libro, lo malo es que el recurso para hacerle culpable es que al lector le falta información sobre él; pero claro, sino, no habría sorpresa.

Al margen de la historia, que está bien presentada y bien concluida, lo mejor del libro es cómo está escrito. Carla… Es difícil de explicar, pero hace de la narrativa poesía. La forma de describir es embriagadora, no sobra ni falta una mísera palabra. Es perfecto. Inés… La magia de Inés no es cómo es ella en realidad, sino cómo la ven los demás. Cómo la describe Karl, o Hugo, es espectacular. Además alterna capítulos en tercera persona desde el punto de vista de Hugo o de la baronesa, con otros en primera persona, la primera persona de Karl, utilizando siempre un lenguaje rico, culto, y a la vez con construcciones sencillas.

Karl, el protagonista explícito, es el héroe atormentado. Lleno de matices más allá del “hombre que cumple con su deber”, se mezcla también la clase social y la visión que tiene del amor. Pero el protagonista implícito de esta historia es el amor, una historia de amor preciosa y fuera de la norma que te hace odiar ese horrible y dramático desenlace. Aunque es de agradecer, por ese espíritu romántico —como movimiento cultural—, que triunfe el amor.

Lo que hace este libro especial además de lo descrito, son los detalles, los bellos detalles del arte, la pintura o la fotografía, siempre tan presentes en la obra de Carla y que enriquecen el conjunto.


Para concluir, este libro no es el mejor de la autora, digamos que no aporta nada nuevo al género policíaco, pero está tan bien escrito que sumergirte entre sus páginas con los personajes tan definidos es un placer. Y qué mayor placer existe que el arte de leer.


¡Juzga por ti mismo!


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