17 de diciembre de 2012

Almudena Grandes presenta el Lector de Julio Verne


Alcalá de Henares. Sala de los tapices. La librería de Javier. Almudena Grandes. Y una audiencia apasionada con la lectura. ¡Qué buen cóctel!


El pasado sábado tuvo lugar el encuentro literario que unió a Javier (librero y organizador), Eduardo Mendicutti y Almudena Grandes. El cartel era difícilmente superable para una tarde de diciembre cualquiera.

Mendicutti puso de manifiesto la amistad que le une con Almudena desde la primera palabra que pronunció. Era tangible la complicidad que había entre ellos. Desde luego, cumplió a la perfección su función, que era incitarnos a leer o apasionarnos por lo que habíamos leído. Resumió, bastante bien en mi opinión, el mensaje tácito de la última novela, El lector de Julio Verne, catalogándolo de “una defensa a la dignidad”.

Entre bromas, Almudena Grandes consiguió, por fin, hacerse con la palabra, prometiéndole a su amigo y escritor Mendicutti que en su próximo libro le dedicaría algunas palabras. Almudena optó por explicarnos cómo había surgido la idea de este apasionante proyecto que son los Episodios de una guerra interminable.

Subrayó que, cuando acabó El Corazón Helado, se sintió vacía: “Después de escribir una novela de mil páginas no sabía qué hacer”. Por supuesto tenía varias ideas en la cabeza. Historias que habían surgido gracias a investigar para El Corazón Helado y las tenía aparcaditas y guardadas en un cajón. Seguían siendo historias sobre la Guerra Civil, el comienzo de la Dictadura… e intentó darles salida de alguna forma.

En un principio, Inés y la alegría, la primera novela de estos episodios, la pensó como un guión de cine. Quería una película. Pero la desestimaron porque les daba mucho miedo. Con lo cual dijo “Yo soy novelista, ¿por qué no me dedico a lo que sé hacer?”. Y se decantó por escribir un libro. Pero eran tantas las historias que no podía hacer otro libro de mil páginas como El Corazón Helado. Así que, teniendo en gran estima a Don Benito –como dice ella-, se decidió sin ningún tipo de vértigo a embarcarse en seis libros, abarcando en cada uno determinados años de la posguerra.

Destacó, que me hizo mucha gracia, que para ser escritor necesitabas ser cotilla, tener mucha memoria y haber sido un niño fantasioso. Y es justamente un niño el protagonista de su último libro, El lector de Julio Verne, el cual resume la autora como: “la historia de un niño que no quería ser guardia civil”, y añade “es un homenaje a la lectura como forma de resistencia”. Porque al protagonista le encanta leer.


En la ronda de preguntas, Almudena se mojó y afirmó que Pedro el portugués es su personaje favorito y que va a aparecer en los seis libros. Teniendo en cuenta el final de esta última novela, era obligatoria la pregunta de si le daba pena matar a sus personajes. Entre risas dijo que le encantaba. Pero añadió que “es duro matar a los personajes, pero me duele mucho más putear a mis protagonistas”. Y entró en un buen debate sobre la lógica de la novela o la lógica de la vida, que enfatizó en que hay que mantenerlas aisladas a ambas. Porque, aunque a ella le daba pena, si no lo hacía, no sería un buen libro. Y automáticamente pensé en George R. R. Martin y descarté que a él le diera pena nada de esto.

En definitiva, fue un buen encuentro. Almudena estaba muy simpática, contestó con mucha paciencia las preguntas de los asistentes. Y sirvió para que me animara, finalmente, a empezarme “la saga”, que tenía aparcadita en una estantería.

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