13 de octubre de 2016

Reseña: Un monstruo viene a verme, de Patrick Ness. Obligatoria.


Me topé con este libro por una amigaza. Toda la promoción de la peli de Bayona me había resbalado hasta que tuve un ejemplar entre mis manos, vi las ilustraciones y me leí la primera página (era para un regalo), y, no me di cuenta, pero ya estaba enredada.


Me encanta cuando me pasa eso, que un libro, poco a poco, me vaya obsesionando. Aquí sí que ayudó la promoción de Mediaset, infinita, de la película, cada vez que veía un anuncio me apetecía más saber y leer de qué iba realmente la historia. Y, oye, en dos días, dos ratos, me lo  he terminado, y esos dos ratos han bastado para calarme.

La primera pregunta que me rondaba era si el monstruo era real, o imaginario, si la historia era un drama lacrimógeno o tenía algo de fantasía, por esa estúpida manía que tenemos de clasificar y ponerle género. Pero «las historias son criaturas salvajes».

Así que me sumergí en este libro sin saber muy bien qué me iba a encontrar, contaminadísima por la promo. Y, joder, lo he gozado. Entendiendo por gozar esa especie de masoquismo, ese placer que encontramos en las historias tristes exquisitamente narradas que nos remueven por dentro sin caer en el sentimentalismo fácil.

Este libro es la historia de Conor, un niño de doce años que tiene que lidiar con la enfermedad de su madre y el acoso escolar, pero, sobre todo, consigo mismo. La maestría del autor hace precisamente que no se caiga en ese sentimentalismo, retratando la mentalidad y el modo de ver las cosas de un niño a la perfección, y cuidando ese toque místico que da el monstruo y la atmósfera que lo rodea.
Con un estilo sencillo y magnético que, adivinad, hace que no puedas parar de leer. 

Hay mucha sutileza en su exposición, lo que le da un tono tenue a todas sus páginas. En la manera de tratar las historias, en cómo le enseña esa dualidad que es sincera y parte de todos nosotros y le hace ver que es algo natural. 

¿Lección de vida? Como he leído por ahí... Pues en cierto modo sí, pero se nota que la intención no es sermonear ni hacerte llorar, se nota el cuidado que ha tenido esta historia, el respeto hacia la autora, fallecida, que empezó todo: Siobhan Dowd.


Bayona lo tenía fácil, las ilustraciones que lo acompañan refuerzan esa atmósfera... Y, ya os digo, y a mí me cuesta, que te conmueve y emociona aunque vayas concienciado de lo que te vas a encontrar.

Me ha dado vida este libro, estaba desmotivada con mis lecturas, en una etapa de esas, y este libro me ha mantenido despierta hasta las dos de la mañana. Mi más humilde y absoluta recomendación.

¡Juzga por ti mismo!

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