20 de mayo de 2013

Crítica: House of Cards, primera temporada.


Conspiraciones políticas y una ambición arraigada y amenazadora destacan y son las protagonistas de esta primera temporada de la serie de Kevin Spacey.


El pasado jueves se emitía el último capítulo en Canal + de esta serie que merece la pena ver. Tanto si te gusta la política como si la odias. Consigue desmantelar qué hay detrás cuáles son las aspiraciones de un partido, de un presidente... Donde tienes dos opciones: ser el peón o mover tú las cuerdas.


La trama a simple vista es simple. Francis (Kevin Spacey) se ve traicionado por su partido al no conseguir el puesto, el ascenso, que le habían prometido. Esto ocurre en el primer capitulo y a partir de aquí es una carrera de venganza, manipulaciones y tratos de cuestionable moral para conseguir la vicepresidencia, o mas bien el asiento en el despacho oval.

Para ello utiliza a quien se le pone por el camino (que se lo digan a Peter, Corey Stoll), o bueno, hace que la gente se le ponga en el camino para utilizarla. Esto es una visión simplista de lo que es en realidad esta serie, o esta versión (recuerdo que tuvo una antecesora en 1990 que solo contó con cuatro capítulos). Los planos y la estética están muy cuidados. Visualmente es cautivadora y por los colores y las luces puede guardar cierto parecido con series británicas.


Una de las cosas que más me ha sorprendido y da a la serie un toque diferente es que Francis hace compinche al espectador, hablando a veces a la cámara o lanzándonos una mirada cómplice. Algo que nos acerca y convierte a su personaje en uno de los mejores protagonistas que he visto en televisión.

Su mujer Claire, la gran Robin Wright, también tiene un papel... Trascendente. Personalmente me encanta la relación que mantienen. No es un matrimonio normal, son un equipo, que soportan lo peor del otro por un fin común: la Casa Blanca.


Pero si me tengo que quedar con uno, me quedo con Doug (Michael Kelly). Yo quiero uno. Un fiel compañero, muy listo, que te saca las castañas del fuego y no te traiciona ni te juzga... Es perfecto.


Sin embargo, el personaje de Kate Mara, Zoe, me ha parecido demasiado estereotipado. La típica periodista ambiciosa y sabelotodo, que luego recibe una señal del destino acompañada de remordimientos, cuestionándose su profesionalidad... ¡Puaj! Me quedo con su personaje en la primera parte de la temporada, donde el fin justificaba los medios para ella.


El gran pero de esta primera temporada es el final. Nos habían pintado que se iba a armar la de Dios es Cristo, pero no pasa nada, se queda en suspenso y conmigo gritando al televisor y acordándome de las familias de los guionistas por ocurrírseles "acabar" así la temporada. ¡Eso no es un final, por mucha segunda temporada que vaya a tener! No está al nivel de los del resto.
Espero e imploro que la continúen donde la dejan, no den el típico salto de 2 meses con el inicio de la segunda.

En definitiva, y al margen del final, la recomiendo. Porque mantiene el suspense en todos los capítulos, porque todo esta relacionado y porque es una visión de la política bastante correcta.

¡Juzga por ti mismo!

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