Paisajes distorsionados

Un suceder de estampas. Paisajes distorsionados. No sé si tengo los ojos abiertos o cerrados. Los latidos de mi corazón bailan acompasadamente con el motor, rítmicamente. Acelerándose y frenando cuando cojo aire. Dependiendo si tu mirada se funde con la mía o de la estación en la que entremos. Pero si me uno a ese azul no hay estampas, ni paisajes, ni andenes, sólo nuestros ojos que, refulgiendo, son los que marcan el ritmo de nuestro tren.