Crítica: Her, de Spike Jonze. Amor de ciencia ficción.
Her, ella, una voz, un sistema
operativo y cómo un ser humano acaba enamorado. En contra de lo que pueda
parecer, está llena de conceptos para todo buen amante de la ciencia ficción y
para el que no, también.
«Es una de las mejores pelis de
ciencia ficción sin tener coches voladores», amén a esta afirmación. La ciencia
ficción no son pistolas láser, marcianitos y grandes ciudades con luces de neón
y coches voladores. Son conceptos, ideas e implicaciones de un futuro quizá
posible. Como bien nos ha enseñado Black Mirror, o cualquier relato de Asimov,
por citar dos ejemplos bien conocidos. Her sigue esa línea, la línea de un
futuro cercano, donde un escritor escribe cartas personales por encargo, que
parecen escritas a mano con un programa de ordenador y solo a vuela pluma, o
dictando, o… ¿cómo lo llamaban en 1984? Un concepto manido, pero con mucha
ironía. Un escritor profesional, aparentemente ajeno a tu vida, escribe la
carta que vas a mandar a tu mujer, a tu novia, a tu abuela… Cartas llenas de
sentimientos y emociones, que embargan a todo aquel que las lee, ganándose los
halagos y admiraciones de cualquiera. Cartas que luego vas a mandar como tuyas.
Qué idea más absurda, ¿verdad? Bueno, es algo parecido a las tarjetas que
tenemos hoy en día, solo que más evolucionadas y, sobre todo, personalizadas.
Joaquin Phoenix se merece una
nominación al Oscar por este papel. Por los planos tan cortos y todas sus
muecas, por una película hecha sin gestos corporales, solo con la fuerza de sus
expresiones faciales y su voz. Él encarna a Theodore, un hombre que está a
punto de divorciarse, con una separación que aún no ha superado. La primera
escena con él sufriendo insomnio y conectándose a un chat sólo con un
pinganillo se me va a quedar grabada. Si ahora nos mandamos mails o chateamos
por escrito, Spike Jonze nos enseña un mundo donde no escribiremos ni a mano ni
a ordenador, todo funciona con nuestra voz, y el chat de una web de citas por
supuesto que también. Que es como hablar por teléfono, pero estando conectado y
conservando tu anonimato. El caso es que mantiene una conversación erótica con
una chica, «Gatita Sexy» o algo así, y, para chasco, descubre en el momento
álgido que a ella le pone que la estrangulen con un gato muerto. Por supuesto,
cuando ha terminado, Gatita Sexy se marcha casi sin decir adiós. En fin os he
dicho que no se me iba a olvidar, ni la escena ni la cara de estupefacción de
Joaquin tampoco.
En pocos fotogramas nos cuenta
que su vida es un desastre, va como alma en pena, escuchando canciones
melancólicas seleccionadas aleatoriamente por su auricular, y de repente descubre
un novedoso producto, el sistema operativo (SO) de inteligencia artificial, un
programa que te escucha, te entiende y que es capaz de analizar por tu voz, y
todos tus datos del ordenador, cómo te encuentras y darte conversación. Un
programa que te acaba conociendo, y que evoluciona aprendiendo del mundo con
cada nanosegundo que transcurre. El protagonista ve una salida a su melancólica
soledad, y enseguida lo instala. Aparece Samantha, la voz de la sensual
Scarlett Johansson, que nos demuestra lo bien que la modula y que hace obligatorio
verla en versión original. A partir de ahí es un viaje hacia una serie de
conceptos que pueden no ser nuevos, pero sí interesantes en la forma de
plantearlos de Spike.
Necesito ver la película otra vez
para empaparme bien del asunto. Supongo que el más evidente es el hecho de que
un ordenador pueda desarrollar sentimientos. Aquí, Samantha los tiene, aprende
a tenerlos por su elevada capacidad empática y por su estudio de los humanos,
ella supone que está programada así, pero luego ve que no, que posee su propia autonomía
a la hora de sentir celos, alegría, etc. Esto es sólo la superficie. Me ha
encantado el debate interno de Samantha por tener un cuerpo, hasta el punto de
ponerse en contacto con una chica que quiere participar en su relación porque «es
bonita», sirviendo como envase de Samantha, dispuesta a acostarse con Theodore.
Y cómo la chica se siente mal cuando él la rechaza, porque ella sólo quería
sentir todos los sentimientos… En fin, era como una fan de las relaciones entre
persona y máquina.
También es muy interesante cómo
la lleva consigo y la presenta a sus amigos, les pone un pinganillo para que la
oigan y él lleva la especie de móvil, que es una cámara, para que ella vea
todo, el parque, la playa… Y, lo más interesante, cómo sus amigos y el resto de
la sociedad aceptan como algo normal que una persona mantenga una relación con
un SO.
Conceptualmente es muy
interesante y muy completa. Pero me ha encantado especialmente la atmosfera, el
ambiente, el estilo. Han recreado una ciudad retrofuturista, con colores pastel
y ropa con aires de los setenta, un contraste muy fuerte con los habituales
futuros blanco Neutrex o neón Blade Runner. Es genial, ese filtro en la cámara,
los edificios altos, el metro… Y sin necesidad de introducir nada más típico y
huyendo de la atmósfera artificial y fría de Black Mirror. Hay que destacar con
atención cómo consiguen crear un mundo de ciencia ficción sin necesidad de
abusar de escenarios futuristas, ni grandilocuentes vehículos hiperespaciales.
Con mucho estilo y mucha clase consiguen plasmar el futuro a través de la casa,
el trabajo, algunos edificios y poco más. Realmente parece un futuro muy
posible, y lo parece porque es un futuro muy completo, rico en detalles, y no
solo centrado en una idea general, como puede ocurrir en otras ocasiones.
En fin, todo lo que pueda decir
de la película es poco, no le hace justicia. Me ha encantado y me ha
sorprendido, y cómo concluyen los problemas es coherente y genial. Destaco la
participación de la vecina, Amy Adams, que parece estar en todas partes esta
chica, pero aquí se me hace menos insufrible.
Lo dicho, si os gusta la buena ciencia
ficción, esta es obligatoria. Si os da igual la ciencia ficción, también os
gustará porque plantea conceptos interesantes pero la historia gira en cómo el
ser humano, en este caso el protagonista, los hace frente, cómo reacciona, cómo
interactúa. Más que recomendable.
¡Juzga por ti mismo!
¡Juzga por ti mismo!
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