La tempestad
<<Microrrelato erótico>>
X
Le seguí. No sé por qué estaba tan
nerviosa, sólo me iba a dar unos papeles, pero estaba alterada. Cuarto piso. Me
mira de reojo y sonríe, pero ¿qué significa esto? Realmente nada, es imposible.
Sonrío, ¿por qué me como tanto la cabeza? Sé por qué, pero evito pensarlo.
Primer piso, una puerta, entramos, otra puerta y entro en su despacho.
Rodea la mesa, se sienta en su escritorio:
—A ver si lo encuentro -me sonríe, sólo querrá ser cordial, es imposible…
—A ver si lo encuentro -me sonríe, sólo querrá ser cordial, es imposible…
Me tiende tres hojas grapadas, tiene unas manos preciosas, se le marcan las venas sólo lo justo, sus dedos son largos… ¡para!, esto no está bien. Le sonrío, me mira.
—¿Y qué tengo que hacer? —Le miro a los ojos, son negros detrás de sus gafas sin pasta.
—Transcribirlo, pásamelo a Word y luego ya te diré ¿de acuerdo? —Me sonríe, está pendiente de mí, se levanta de la silla para bordear la mesa y quedarse apoyado sobre ella.
—Vale. —Asiento, estoy totalmente aturdida, ha ido a más estas ultimas semanas—. Bueno, que pases buen fin de semana.
—Gracias. —Parece que todo esto le divierte, se incorpora y me acompaña hasta la puerta, le siento detrás de mí.
Me giro, le miro, no, no puedo, bajo la
cabeza mientras estiro el brazo para abrir la puerta; pero está tan próximo… ¿y
si...? No.
Sujeto el picaporte, vuelvo la cabeza y le
beso, le beso apresuradamente, con miedo, esto no está bien, para mi sorpresa
él no se quita, me devuelve el beso, me aparto despacio, le miro.
—Lo siento, yo…- me muerdo el labio inferior, ¿qué puedo decir?
—Lo siento, yo…- me muerdo el labio inferior, ¿qué puedo decir?
Pero él me responde con otro beso, ahora
nuestras lenguas sí se cruzan, y se acelera nuestra respiración; me sujeto a su
cuello, mientras él me agarra por la cintura y matamos el pequeño espacio que
quedaba entre nosotros.
Le siento, se está excitando, y yo…yo ya ni
pienso.
Y
La tengo entre mis manos, acaricio su pelo,
su cintura…La atraigo hacia la mesa, sin soltarla, sin dejar de besarnos, nos
miramos un instante, apasionados sabiendo que si seguimos ya no nos
detendremos, y la beso el cuello, precioso, joven, ella se deja hacer mientras
se asía a mí con fuerza. Ya estoy totalmente excitado. Ella lo ha notado, y le
ha gustado. Me sonríe, me mira insinuante, es muy sexy, y lo sabe.
Me besa en la boca, pero no me deja entrar
en la suya, me lame los labios, despacio, las comisuras, me besa la barbilla,
mi nuez, y me empieza a desabrochar la camisa, no aguanto, la aprieto contra
mi, ella sonríe ha surtido efecto todo lo que ha hecho. La cojo y ahora es ella
la que está contra la mesa, la siento encima.
Comienzo a quitarle las botas, tiene unas
piernas preciosas, me mira divertida, ya no hay dudas… Le quito las medias,
está muy suave. No me deja continuar, me rodea con sus piernas y me besa
ferozmente, la sigo agarrando su pelo, sus rizos…
—Seguro que te has imaginado esto muchas veces —me dice en mi oído.
—Seguro que te has imaginado esto muchas veces —me dice en mi oído.
No puedo responder, vuelve a meter su
lengua en mi boca, su saliva caliente, su lengua juguetona…
X
Me bajo de la mesa, y le apoyo a él contra
ella, ya no tengo miedo, ya no pienso, sólo siento. Le quito el cinturón,
siento su sexo… Le miro, sólo por hacerle sufrir un poco, ese sufrimiento tan
placentero. Le desbrocho el botón y le bajo la cremallera. Le acaricio por
fuera, está dura, muy dura y sonrió, no puedo evitarlo, me siento poderosa. Le
bajo los calzoncillos, dejándole libre, lo acaricio, es perfecto, buen grosor,
me río para mí ¿cómo puedo pensar eso? Le beso, sin soltarle, y empieza a
costarle respirar. Sigo bajando, y beso su sexo, mientras mi lengua sale sola de
mi boca, me encanta y a él… chupo y me la meto en la boca, con un ritmo suave,
no quiero acabar, se pone muy nervioso, y yo me excito con él. Me coge del
pelo, me mira.
—¡Para!
—¡Para!
Y
No puedo más. No la doy tiempo a
reaccionar, la siento de nuevo sobre la mesa. Está preciosa con el pelo
revuelto. La desabrocho los botones de su vestido, se lo dejo por los hombros y
la quito el tirante del sujetador, marrón de encaje, esto debería estar
prohibido…Le muerdo el hombro y llego hasta su pecho, me lo meto en la boca,
juego con su pezón y lo siento duro entre mi lengua. Se ríe, excitada. Me
acaricia el pelo y me atrae hasta ella para besarme, sin dejar de acariciarme.
Me aparto un poco, no aguanto. Le rozo los muslos, llegando hasta el fino hilo
de sus braguitas, marrones a juego, me detengo un segundo a contemplar ese
vientre plano ese tanga medio transparente, y en lo que pasará cuando se lo
quite. Lo voy deslizando poco a poco, hasta que queda tirado en el suelo, ya no
hay obstáculos. La obligo a que apoye la espalda en la mesa, para descansar y
deleitarme con su cuerpo. La acaricio los pechos, y bajo por su cintura y sus
caderas… me mareo en sus curvas. La acaricio las ingles para acabar deslizándome
por su sexo, húmedo, excitado, hinchado. Ella gime y mi mareo se acentúa.
Introduzco un dedo en ella, y vuelve a gemir, la acaricio por fuera todos los
pliegues con cuidado llego al clítoris y jugueteo. Y se abre más a mí. Tres
dedos, mientras sigo haciendo círculos con la otra mano, está muy excitada, la
cuesta respirar… Se incorpora y me mira suplicante.
—¡Házmelo!
—¡Házmelo!
X
Me devuelve la mirada, sonríe, me tiene
entre sus manos, soy suya, estoy totalmente ida. Y se introduce en mí, vuelvo
apoyar la espalda en la mesa… No puedo. Le noto en todas mis paredes, hasta el
final. Me contraigo y gime conmigo, le ha gustado. Me levanto y me agarro a él,
el ritmo aumenta más y más y pierdo el control de mi cuerpo, de mis piernas, de
los dedos de mis pies, aumenta el ritmo más… y nos vamos juntos. Me quedo
agarrada a él, recuperando la respiración, estoy empapada… le beso dulcemente.
Sale de mí, tomo el control poco a poco de mi cuerpo y de mis pensamientos, menos
mal que sigo tomando la pastilla… Me mira, me da las braguitas, me bajo de la
mesa. Nos vestimos los dos en silencio, sin prisa después de la tempestad.
—Muchas gracias. —Le doy un beso de despedida y me voy, ¿qué le agradezco el orgasmo o el trabajo?
—Muchas gracias. —Le doy un beso de despedida y me voy, ¿qué le agradezco el orgasmo o el trabajo?
Me mira con dulzura, sin decir nada. Y
salgo del despacho, como de vuelta a la realidad. Camino por la facultad sin
saber a donde me dirijo, al metro o a mi vida. Y sin dejar de pensar en él me
peino un poco y salgo a la calle, después de todo le volveré a ver el jueves en
clase.
(Publicado en la Cosmopolitan de septiembre 2009)
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