15 de enero de 2013

Reseña: El lado bueno de las cosas (un final feliz), de Matthew Quick




Deprimente y divertido a partes iguales.


Ya sabía yo que si no había oído hablar de Un final feliz sería por algo. Realmente me esperaba más de este libro, ya que alguien se ha molestado en llevarlo al cine. Error. No sé cómo no aprendo. No estoy cuestionando la calidad literaria, simplemente me esperaba mayor profundidad en los personajes, quizás diálogos más afilados… Sin embargo, es un libro de superación, ni más ni menos.

Para los que no sepan de qué va y estén tan a gusto con su desconocimiento, Matthew nos cuenta la historia de Pat, un hombre de treinta y cuatro años que acaba de salir de una “institución mental” y que intenta ser bueno y noble para recuperar a su esposa Nikki. Claro, está en primera persona, hay situaciones cómicas porque el libro no es un drama, Pat se lo toma todo con filosofía y sólo quiere mejorar y reponerse. Pues bien, a mí me pintan que conoce a Tiffany, una joven viuda, y pensé: “Estos personajes tan anómalos deben de ser cuanto menos curiosos”. Pues no. La historia es… prácticamente superficial, y si le añadimos el peso, o la importancia, que adquiere el fútbol americano, el cóctel se convierte en matarratas.

Comprendo que en Estados Unidos haya gustado, supongo que les va mucho esta tendencia de terapeutas, todos con el deporte y una historia de amor encubierta. Pero a mí me ha decepcionado y ha habido tramos en los que me ha aburrido.

Hay que reconocer que la historia es original y está relatada también de manera novedosa. Pat está mal de la cabeza y es curioso cómo describe las subidas de adrenalina en sus ataques violentos, para luego tirarse por el tobogán sentimental y ponerse a llorar desconsoladamente por lo arrepentido que está. Es destacable también como cuenta el mes que está ensayando con Tiffany, que él mismo lo traduce como pasaría en una película, por escenas.

El lenguaje y la calidad insisto en que son correctas. Narrado en primera persona del presente, provoca una lectura rápida, y más si añadimos que la extensión de los capítulos es corta.

Los personajes… vamos a ver, obviamente no son estereotipos. Tanto los protagonistas, Pat y Tiffany, como los secundarios, sus padres, la hermana de Tiffany… están bien definidos, pero a mí me ha faltado profundizar más en ellos. Repito que me han faltado diálogos. Lamentablemente los tramos de más diálogo son durante los partidos de los Eagles, Dios mío, cómo he llegado a odiar el futbol americano, y mira que a mí me encanta el deporte. Pero descrito, sólo admito el quidditch.

En cuanto al hilo argumental, el ritmo es correcto. Pero en algunos tramos he echado de menos a Tiffany, y no al final con las cartas, sino en el nudo, entre partido, terapia y ejercicio. Aún así, el libro cobra intensidad conforme pasas las páginas, sin dejar ese toque de ironía que yo esperaba que estuviera más impregnado. Hasta que llegamos al desenlace. Y aquí es donde el libro me ha gustado menos. El desenlace es digno de una peli mala de Antena 3, demasiado dramático, demasiado casual y encima en Navidad (nevando, claro).

La historia, o no historia, de amor que mantienen los protagonistas es más un entendimiento mutuo, una complicidad, saber escuchar y apoyarse, cada uno a su manera. Matthew demuestra que para él así es el amor. Y nos lo enseña a través de las parejas que forman los secundario, que son de todo menos idílicas. Sobre todo la de los padres de Pat. Y digo yo, no hace falta tener un drama personal serio para darte cuenta de la importancia y lo necesario para tener una pareja estable. A Matthew parece que sí, porque al resto las pincela superficialmente. Insisto, el final tiene mucho peso sentimental, llevamos todo el libro distendido y entonces Tiffany se sincera con Pat contándole cómo murió su marido: drama. Y Pat recuerda porque le llevaron a una “institución mental”: doble drama.

No me estoy metiendo con la historia, sino con la forma que ha tenido de concluirla. Supongo que tendría frentes abiertos y cosas sin explicar, y optó por lo más fácil, echando a patadas a la ironía.

Como conclusión, es un libro que no recomendaría. No me ha aportado nada. Y mira que me gustan los personajes complejos, y con uno mentalmente inestable me tendría que gustar, pero no termina de convencerme. La historia mirada con perspectiva es predecible. Es de superación, con un rayito de esperanza, pero es que realmente los personajes tienen todos lo componentes para tener un final feliz desde el principio, con lo cual… No perdáis el tiempo. A ver qué nos depara la película.

¡Juzga por ti mismo!

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