Reseña: El lado bueno de las cosas (un final feliz), de Matthew Quick
Deprimente y divertido a partes iguales.
Ya sabía yo que si no había oído
hablar de Un final feliz sería por algo. Realmente me esperaba más de este
libro, ya que alguien se ha molestado en llevarlo al cine. Error. No sé cómo no
aprendo. No estoy cuestionando la calidad literaria, simplemente me esperaba
mayor profundidad en los personajes, quizás diálogos más afilados… Sin embargo,
es un libro de superación, ni más ni menos.
Para los que no sepan de qué va y
estén tan a gusto con su desconocimiento, Matthew nos cuenta la historia de
Pat, un hombre de treinta y cuatro años que acaba de salir de una “institución
mental” y que intenta ser bueno y noble para recuperar a su esposa Nikki.
Claro, está en primera persona, hay situaciones cómicas porque el libro no es
un drama, Pat se lo toma todo con filosofía y sólo quiere mejorar y reponerse.
Pues bien, a mí me pintan que conoce a Tiffany, una joven viuda, y pensé:
“Estos personajes tan anómalos deben de ser cuanto menos curiosos”. Pues no. La
historia es… prácticamente superficial, y si le añadimos el peso, o la
importancia, que adquiere el fútbol americano, el cóctel se convierte en
matarratas.
Comprendo que en Estados Unidos
haya gustado, supongo que les va mucho esta tendencia de terapeutas, todos con
el deporte y una historia de amor encubierta. Pero a mí me ha decepcionado y ha
habido tramos en los que me ha aburrido.
Hay que reconocer que la historia
es original y está relatada también de manera novedosa. Pat está mal de la
cabeza y es curioso cómo describe las subidas de adrenalina en sus ataques
violentos, para luego tirarse por el tobogán sentimental y ponerse a llorar
desconsoladamente por lo arrepentido que está. Es destacable también como
cuenta el mes que está ensayando con Tiffany, que él mismo lo traduce como
pasaría en una película, por escenas.
El lenguaje y la calidad insisto
en que son correctas. Narrado en primera persona del presente, provoca una
lectura rápida, y más si añadimos que la extensión de los capítulos es corta.
Los personajes… vamos a ver,
obviamente no son estereotipos. Tanto los protagonistas, Pat y Tiffany, como
los secundarios, sus padres, la hermana de Tiffany… están bien definidos, pero
a mí me ha faltado profundizar más en ellos. Repito que me han faltado
diálogos. Lamentablemente los tramos de más diálogo son durante los partidos de
los Eagles, Dios mío, cómo he llegado a odiar el futbol americano, y mira que a
mí me encanta el deporte. Pero descrito, sólo admito el quidditch.
En cuanto al hilo argumental, el
ritmo es correcto. Pero en algunos tramos he echado de menos a Tiffany, y no al
final con las cartas, sino en el nudo, entre partido, terapia y ejercicio. Aún
así, el libro cobra intensidad conforme pasas las páginas, sin dejar ese toque
de ironía que yo esperaba que estuviera más impregnado. Hasta que llegamos al
desenlace. Y aquí es donde el libro me ha gustado menos. El desenlace es digno
de una peli mala de Antena 3, demasiado dramático, demasiado casual y encima en
Navidad (nevando, claro).
La historia, o no historia, de
amor que mantienen los protagonistas es más un entendimiento mutuo, una
complicidad, saber escuchar y apoyarse, cada uno a su manera. Matthew demuestra
que para él así es el amor. Y nos lo enseña a través de las parejas que forman
los secundario, que son de todo menos idílicas. Sobre todo la de los padres de
Pat. Y digo yo, no hace falta tener un drama personal serio para darte cuenta
de la importancia y lo necesario para tener una pareja estable. A Matthew
parece que sí, porque al resto las pincela superficialmente. Insisto, el final
tiene mucho peso sentimental, llevamos todo el libro distendido y entonces
Tiffany se sincera con Pat contándole cómo murió su marido: drama. Y Pat
recuerda porque le llevaron a una “institución mental”: doble drama.
No me estoy metiendo con la
historia, sino con la forma que ha tenido de concluirla. Supongo que tendría
frentes abiertos y cosas sin explicar, y optó por lo más fácil, echando a patadas
a la ironía.
Como conclusión, es un libro que
no recomendaría. No me ha aportado nada. Y mira que me gustan los personajes
complejos, y con uno mentalmente inestable me tendría que gustar, pero no
termina de convencerme. La historia mirada con perspectiva es predecible. Es de
superación, con un rayito de esperanza, pero es que realmente los personajes
tienen todos lo componentes para tener un final feliz desde el principio, con
lo cual… No perdáis el tiempo. A ver qué nos depara la película.
¡Juzga por ti mismo!
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