16 de febrero de 2014

Reseña: El océano al final del camino, de Neil Gaiman. Para niños y adultos.


Aventuras, fantasía… Este libro nos traslada a la ingenuidad de nuestra niñez y a nuestra nostalgia más adulta acompañados de gatos, monstruos, poderes y un lago que puede ser un océano.


Este libro es el primero que leo de este autor. Le tenía muchas ganas porque lo he visto recomendado en mil partes, aunque quizás en España no haya obtenido la relevancia que se merece. Que la editorial Roca lo situé dentro de su colección genérica y no en la línea de juvenil ya es un comienzo negativo.

El océano al final del camino nos lleva a nuestra infancia. A mí me ha recordado a la fantasía más clásica que descubrí cuando era una niña de la mano de Marianne Curley. La historia es sencilla, el protagonista es un niño que por azares del destino acaba en la granja de sus vecinas, las Hempstock, tres generaciones de féminas que desde el principio dan muestras de tener algún poder, pero que en la mente del protagonista de siete años no es nada y simplemente se hace amigo de la menor Lettie, que en apariencia tiene once años.

No voy a contar nada más de la trama, es un cuento, es fantasía, tenéis que descubrirlo, tenéis que sorprenderos. Está en primera persona y desde el punto de vista del niño que tiene siete años, salvo al principio y al final donde volvemos al presente. Su lectura es ligera e intrépida y su lenguaje a pesar de ser rápido no es simplón, algo que es de agradecer.

Me está resultando muy difícil escribir la reseña de este libro, simplemente me ha gustado mucho. Y no soy, en absoluto, fan de los libros protagonizados por niños, digamos que esa ingenuidad llega a crisparme. Con este me ha ocurrido al principio, pero en cuanto conoce a Lettie, desatan al monstruo y las acciones se suceden, sólo podía pensar en la historia, en lo bonito que es jugar en el bosque y en los terrores tan reales que tienes de niño. Qué cursi, lo sé.

Y es que aunque un niño puede disfrutar a la perfección de esta lectura, los detalles son para los adultos. En internet repiten una y otra vez la cita, así que es absurdo ponerla, me quedo con el mensaje de que los adultos siguen sus rutinas y sus caminos, mientras que los niños se dedican a explorar otras vías alternativas.

Es mágico como está tratada la visión del niño de la vida de los adultos, ingenua, sí, pero también práctica. Como dice él mismo, los niños son los más egoístas, el mundo gira alrededor de ellos debido a esa visión parcial que tienen de la vida. Aun así es inevitable no encariñarte con los personajes. Con los buenos, no con los monstruos.

Las descripciones son ricas y para nada extensas, son visuales y poéticas al mismo tiempo. Logrando un equilibrio envidiable a la hora de transportarnos a ese océano.

Joder, leedlo. El final posee una nostalgia casi tangible de esos años de niñez, pero es admirable el recurso que utiliza para explicarnos el desenlace, la memoria… Es natural sin necesidad de monólogos reveladores. Yo creo que por eso transmite tanta nostalgia, porque ves al pobre protagonista ya con cuarenta y tantos, recordando, y cómo vuelve a su vida, e inevitablemente prefieres a ese niño de siete años paseando por el bosque acompañado de Lettie.

En serio, tenéis que leerlo. A los amantes de la fantasía, sobre todo. Pero a nuestra generación que ha crecido con Harry Potter y ha conocido novelas juveniles de verdad, de aventuras (no las de ahora cuyas protagonistas son adolescentes y petardas), de las que te descubren mundos donde prima la amistad, no el triángulo amoroso de turno. Para nosotros y también para los más jóvenes porque hacen falta más libros de fantasía clásica.

¡Juzga por ti mismo! 


1 comentario:

  1. Yo no lo he leído todavía, pero estoy deseando hacerlo, así que paso muy de puntillas por la reseña ;)

    Estoy segura de que me encantará.

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