30 de noviembre de 2015

Reseña: El pozo de ascensión (Nacidos de la bruma, #2), de Brandon Sanderson.

La segunda parte ha sido insufrible, dolorosa... No está a la altura de su predecesor. Una continuación de relleno y decepción, de la que salvaría únicamente las doscientas últimas páginas.


Tengo dos justificaciones ante semejante bazofia y gasto de papel, o Sanderson no lo concibió como saga (ya que el primero podría haber supuesto el punto y final), o bien le han insistido o ha querido él hacer un libro de ochocientas páginas, al que le sobran sin exagerar cuatrocientas. Lo más crispante es que el relleno, además de no ser interesante, le ha dado la opción de "cargarse" personajes que había pincelado muy bien, dándoles un desarrollo, matices o sentimientos poco coherentes con lo  que eran en la banda de Kelsier. Pero poco a poco, ahora lo explico.

La historia comienza unos meses después del final del primer libro. Si no te has leído el primero, puedes leerte mi reseña del mismo aquí, pero deja de leer esta porque los spoilers son inevitables. Avisados estáis. Elend es rey, pero el gobierno está lejos de parecerse a la situación utópica que él imaginó tener. Los skaa, ahora libres, son medio pobres, los nobles protestan, la asamblea quiere quitarle el liderazgo. Y es que hay dos ejércitos a las puertas de la ciudad, el de Cett y el del padre de Elend. Paralelamente, Vin echa mucho de menos a Kelsier (como todos) y se está quedando sin atium para combatir a los asesinos que envían tanto un ejército como otro para tocar las narices. Y por supuesto el otro frente es que la profundidad o las brumas están apareciendo por la mañana, no solo se limitan a la noche, y asesinando. Esa es la situación y de donde parte.

Pues bien, pasadas las doscientas páginas el libro pierde interés. Sanderson se centra en las "intrigas" políticas, aunque tampoco llamaría intrigas a eso. Y todo gira en torno a si Elend va a perder el trono o no. Vueltas y más vueltas, páginas y más páginas sin que pase absolutamente nada. Digamos que nos pican cuando Sazed descubre con Marsh el convento de los inquisidores con la pared donde se escribió parte de la profecía, el héroe de las Eras... Alendi, Rashek... Todo parece indicar que avanzaremos en esa dirección Sazed corre a Luthadel a seguir investigando para descubrir cómo combatir la profundidad, descubrir si la profecía es cierta, etc. Pues bien, esto se pausa, bueno Sanderson lo justifica mencionando en capítulos que sí siguen investigando pero no avanza. La trama se paraliza. Todas lo hacen durante cuatrocientas páginas de mareo y sentimientos, de luchas gratuitas totalmente prescindibles. Ni matices ni mierdas, no sirven para nada. 

Es horrible porque los recursos narrativos que usa son burdos, burdos. Puro relleno que no se molesta en maquillar. Subtramas que no llevan a ningún sitio y se convierten en grandes paréntesis. Lo que más me fastidia es que tiene historia, personajes y universo para rato y está totalmente desaprovechado.
Gracias a que escribe de maravilla, y hasta una lista de la compra suya tiene que ser entretenida y fácil de leer, porque si no seguramente hubiese dejado el libro a medias. Lo cual estuve muy cerca de hacer en varias ocasiones. Sobre todo, me acuerdo perfectamente, en el momento en que nos hace una exposición muy gratuita de los poderes de Brisa (como si no los conociéramos) para concluir que el personaje tiene dudas e inseguridad sobre si es capaz de inspirar amor o él siempre lo altera con su alomancia. Hay personajes que no están hechos para tener sentimientos tan elementales como la inseguridad o un vulgar enamoramiento. Hay personajes que se merecen más complejidad, pues bien para Sanderson no. 
Muestra de preguntas retóricas que se hace el personaje propias de un adolescente, no de un hombre adulto.

Y es que, como la trama no avanza demasiado, pues el señor Sanderson ha tenido que recurrir a sus personajes... para cagarla por completo. Algo que le ha resultado más fácil fastidiar porque ha huido de esa fluidez tan característica del primer libro, donde solo tenían voz (a pesar de estar escrito en tercera persona) Kelsier y Vin. Esta segunda parte es un sindiós. Todos hablan. Claro, los saltos son mayores, la fluidez se resiente y la historia no avanza. Eso sí, sabemos qué está haciendo, pensando y sintiendo cada personaje y en qué parte de la ciudad está... ¡blof!

Porque los personajes en esta segunda parte tienen tela... Vin se convierte en la señorita petarda máxima, y eso que es súpermegahiperpoderosa y se dedica a cargarse ejércitos, sacar ojos y explotar cabezas. Bueno, y a pensar sobre sus sentimientos también. Y es que eso sí que nos sobra en esta secuela: SENTIMIENTOS. Sazed está investigando sobre el héroe de las Eras, pues si tiene que hacer de consejero del amor se hace tanto con Vin como con Elend. 
Elend es Don Tengoprincipios, aunque absurdamente es el único personaje coherente con lo que conocimos de él en el primer libro. Pero tiene demasiada voz para lo poco relevante que resulta. 
Menos mal que está Sazed, para mí es el verdadero héroe de las Eras, aunque el autor se haya empeñado en crearle un romance rotundamente innecesario, su desarrollo y evolución está trabajada, o le ha salido de casualidad.
El resto de la banda tienen poco o nada protagonismo. He echado muchísimo de menos esas reuniones, como en el primero, donde planeaban y maquinaban cosas con sentido. En este todos están en palacio, paseándose. Hasta el final cuando hay una batalla y algunos mueren, fin.

De los malos malísimos... Zane me atrajo, hasta que... bueno... No puedo evitar la comparación y he visto la relación de Zane con Vin igual que la que tiene Clary con Sebastian en Cazadores de Sombras. Sí, amigos, adolescentes, todos. La relación de ambos está forzadísima, mira que hay páginas, pues apenas intercambian un par de conversaciones y ella al final se plantea dejar todo para irse con él, porque también es un nacido de la bruma, ¿hola? Perdona, a lo mejor me he perdido, ¿cuándo coño te has enamorado de él? ¿Entre la página aburrimiento y la página soporífero? ¡Es flipante! Tranquilos, al final muere, y nadie se volverá a acordar de él, nunca. 

Esta frasaca de Tindwyl (personaje prescindible desterrado al olvido) resume a la perfección el tufillo adolescente.
Para no decir solo lo negativo, tengo que resaltar el personaje que más me ha gustado y ha conseguido sorprenderme: ese ha sido OreSeur, el kandra, que espero que vuelva y no sea como Zane. La subtrama de que haya un espía y el poco caso que le hacen no viéndolo como una amenaza me irritó. Es un ejemplo de las numerosas incoherencias que nos encontramos. Pero bueno, valoré todas las posibilidades de los personajes, sabía que el kandra tenía que ser de Straff porque lo menciona un millón de veces aunque a Vin se le olvide, pero que haga... lo que hace, me encantó.

Sabéis que soy de personajes, si no me los cuidan teniendo tan buena materia prima, me enfado. Y si la trama tampoco me entretiene pues me enfado el doble. Así que entre bilis y WTF llego al desenlace. Que es un gran desenlace y demuestra que el estilo de Sanderson o el talento ha permanecido oculto y dormido hasta las doscientas últimas páginas (ejem, ejem, ¿quizá alguien, otro, haya escrito lo de en medio?). Este libro tiene ochocientas páginas, en serio, le sobra la mitad, no exagero.

En el final encontramos algunas respuestas, pocas, dejándolo totalmente abierto para el final de verdad y las respuestas de verdad que espero tener en el puto y tampoco corto tercer libro. Qué hartura.
La batalla es genial, de hecho me ventilé las últimas ciento cincuenta páginas sin despeinarme, pero eso no exime al libro. Un buen final no hace un buen libro, aunque el recuerdo más reciente sea positivo. Ha supuesto una pérdida de tiempo enorme. 

Con lo cual olvidad mi entusiasmo de la primera reseña, sólo recomiendo ese primer libro. Esto es bazofia, y voy a continuarla para saber qué coño les pasa al final, pero si alguien antes me hubiese dicho que esta segunda parte era una mezcla incoherente de paja y sentimientos, no lo hubiese empezado y me habría quedado muy satisfecha solo con el primer libro. Así que no lo leáis.

¡Juzga por ti mismo!

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