16 de mayo de 2016

Crítica: The Good Wife, 7º Temporada (Final Season), de Michelle y Robert King.


La CBS ha puesto el punto y final a una serie ejemplar de cadena pública. Es cierto que estas dos últimas temporadas no han mantenido el nivel al que nos tenían acostumbrados, pero es que ese nivel era muy alto, y esta última, aún con algunas dudas, no es ni un gran desenlace ni un mal desenlace, es un punto y final sobrio, coherente con el tono de la serie y de la propia Alicia.

Estoy muy triste, The good wife deja un hueco muy importante y enorme en mi parrilla personal. The good wife era una serie cómoda, artísticamente atractiva, con sentido del humor e ironías y muy inteligente. Ha sabido en siete temporadas cómo hacer evolucionar a su personaje principal, que es ya un icono de la televisión y un ejemplo femenino, Alicia Florrick/Julianna Margulies. La voy a echar mucho de menos.


Esto se avecina largo, pero es lo menos que se merece. Voy a empezar por el final, del que se está hablando mucho y más mal que bien. De ese final solo cambiaría una frase, y no es que me conforme con poco, sé que podía haber sido mucho mejor, la temporada entera podía haber sido mucho mejor, pero este es un análisis bienpensado, porque los guionistas y creadores de la serie nunca han cogido el camino más fácil, así que se merecen ese voto de confianza.
A lo que iba, solo cambiaría una frase ese: «¿no querrás esta casa para ti sola?». No termino de entenderlo. Durante toda la serie Alicia siempre ha revindicado ese papel femenino de mujer trabajadora, independiente... A Alicia le ha dado igual estar sola. Entonces, ¿a qué viene esa frase? Mi idea, bienpensando, es que la única intención sea darle ese empujón romántico, ese empujón que le ha faltado siempre por hacer lo correcto. Como un: «Es hora de que te lances y estés acompañada de verdad», pero este argumento me parece cogido con pinzas. Porque a la vez nos están diciendo que Will ha sido realmente su único amor verdadero, aunque le deja ir, y él le da su «permiso» y ese empujón... No me resulta del todo congruente. Y al mismo tiempo no encuentro otra explicación. Pero es una frase tan fácilmente malinterpretable que me sobra.


El resto del final encaja. He leído por ahí que es una falta de respeto que una serie de este nivel, con lo que nos ha dado, centre su carga dramática en quién elige Alicia, si Peter o Jason. Y no puedo estar más en contra. En ningún momento Peter ha sido una opción romántica. 
En esta séptima temporada Alicia se ha desatado sexualmente. Algo de lo que no pudo disfrutar Will, de lo que no pudo disfrutar el entrañable —y poco aprovechado— Finn Polmar, tampoco su director de campaña buenorro, Johnny Elfman (que se fue tan rápido como llegó), pero de lo que sí ha tenido, porque también lo ha provocado, Jason.
Hay una clara evolución, ya no es el bien o el mal, lo correcto o lo incorrecto. Ella se ha dejado llevar harta de pensar siempre en las consecuencias, pero se ha dejado llevar a medias. No ha terminado de romper con sus responsabilidades. Y en el último capítulo quiero creer que sí lo hace. Ya no porque elija a Jason, sino porque se ha «deshecho» de Peter, consiguiéndole esa condicional. Y el precio ha sido alto. Y porque ha superado por fin lo de Will. Es libre.
Aquí va la segunda parte de la interpretación. Los paralelismos entre el final del capítulo y el piloto de la serie son enormes e incuestionables. Unos paralelismos que no sitúan a Alicia mejor, como algunos hubiesen preferido, esto nunca ha sido un cuento de hadas y Alicia siempre ha estado a ambos lados de la balanza, sitúan a Alicia en la misma posición que Peter. Ella es abofeteada, abofeteada por Diane, que refleja la ruptura completa con su yo laboral. Lejos, e inexistente, es la Alicia moral que disfrutaba de la abogacía. En la última conversación con Will —que él era muy de eso— la alienta a ese «todo vale», y Alicia lo aplica cruzando esa raya con Diane. Que puede sorprender, pero se ha estado desmarcando del bufete, de su yo antiguo, toda la temporada, subiendo a Lucca por amiguismo, y separándose paulatinamente de Cary, su socio, amigo y compañero. Alicia en esta temporada no ha sido la abogada de los justos, de las causas perdidas, de hecho ha defendido a varios culpables con tretas cuestionables, el más cercano el de la trama de las escuchas. Bienpensando, los guionistas nos han preparado para este final. Alicia no tenía un sitio. Ha ido dando tumbos. De tener su propio bufete volvió al inicio en una posición inferior, y por dinero, no por ideales. El desapego ha sido enorme, y permite una relectura para darnos más cuenta. Que no defendiera a Cary, cuando Diane le propuso convertir el bufete en uno femenino, fue el punto de inflexión. Alicia estaba desarraigada, se había vuelto egoísta, ambiciosa e independiente. Quiero pensar que las responsabilidades la han vuelto así. Pero estos defectos hacen aún más grande a este personaje que ha nadado siempre en la ambigüedad más absoluta.


Alicia termina parada sola en el pasillo. En el pasillo donde empezó todo. Y ahí empezaría una nueva serie, una nueva etapa, Alicia dedicándose a la política, como nos ha pincelado Eli, siendo Peter a su manera, sola o acompañada. 

Pero esta temporada no ha sido solo un último capítulo. La cancelación fue como un chorro de agua fría, pero o remontaba o se hundía, así que no pilló por sorpresa. La primera parte fue un sindiós. Alicia estaba defendiendo casos menores o casos que le pasaba Cunning, en los que se enfrentaba, evidentemente, a Lockhart Agos... Un rollo macabeo. Y paralelamente tuvimos la campaña de Peter, que se presentaba a presidente. Y lo que, a mi entender, terminó de hartar a Santa Alicia. Muy malamente, y por una demanda, Alicia se quedó sin fondos y justificaron así su unión, otra vez, a Lockhart Agos Lee
En la segunda parte de la temporada, cuando ya sabían que iba a ser la última, han controlado más las tramas, se han molestado en cerrarlas y darles una estructura y una tensión narrativa que hemos seguido por las escuchas y por la inminente acusación a Peter. Y en esta etapa, por supuesto, Alicia se desataba con Jason. 


Creo que el capítulo de la Fiesta, el 20, es de los más bonitos. Fue el capítulo para despedirnos de todos los personajes.

Mi principal pero de este desenlace ha sido la poca relevancia de Cary. Empezaron juntos, se merecía acabar con el mismo protagonismo, al mismo nivel que ella. Es verdad que depende del contrato, y ascendieron a Christine Baranski y él pasó a un segundo plano. Pero ya solo sea por la serie, podían haber trabajado más juntos, o que hubiera un conflicto obvio. Aunque Cary ha acabado igual de desarraigado que ella, lejos del bufete e impartiendo clases en la universidad. 

La aparición más esperada era la de Will. Tenía que aparecer en sueños, en su imaginación, pero tenía que estar ahí para el final. Y oye, perfecto. Ha sido precioso y lacrimógeno y precioso otra vez. Me gustaría poder ver por un agujerito virtual cómo habría evolucionado la trama y la serie si Josh Charles no hubiese decidido dejarla. Hubiesen acabado juntos, quiero pensar eso.
Y la aparición que no he echado de menos ha sido la de Kalinda, de hecho, esta serie hubiese sido de diez sin Archie Panjabi y su cara de seta. Su personaje tampoco me caía especialmente bien, ni con Cary ni con Alicia fue nunca clara. Alguien como Lucca, desde el principio, hubiese encajado mejor. Yo aquí, opinando gratuitamente.

Acabo porque esto ha terminado, me encanta cuando algo de ficción me llena y me llega tanto aunque dejen este enorme hueco. Ya paro con mis petardeces. Por cierto, si no sabéis de qué habló y habéis bajado directamente el scroll o leído en diagonal, tenéis que ver esta serie porque apetece, es simpática, amena, inteligente y agradable. Y mira, os la podéis ver de principio a fin. Joder.

¡Juzga por ti mismo!

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