15 de febrero de 2013

Vestigios


Hay días que estás más expuesto. Días que tus defensas caen y te sientes vulnerable. En los que un gesto insignificante adquiere un protagonismo absoluto. Juzgamos desmedidamente actos irrelevantes, y enardecemos las más comunes de las sensaciones.

Y aquí estoy, otra vez, sobre todo si lo que promete irse no termina de hacer las maletas. El aire sigue siendo frío, aunque ya hay vestigios de primavera en el cielo. ¿Volverá la calidez? Si no, a qué jugamos. ¿Somos nadie o somos nosotros?

De noche, cuando la oscuridad tapa y esconde los motivos y los latidos, pienso y temo que nunca te hayas ido, que sigas latente. ¿Esperando qué? Luego respiro hondo y me autoconvenzo de que sigo viendo humo cuando ya no existen ni las ascuas.

Pero consigues escabullirte y colarte. Molestándome, ya no tu insistencia sino mi respuesta. Casi instantánea, como si la que estuviera esperando fuera yo. E impulsivamente giro la rueda, aferrándome a algo sin sentido. Que puede que sea mi imaginación o sea tangible. Porque continúas aquí, aunque ya te hayas ido. 


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