18 de septiembre de 2013

Reseña: Beautiful Bastard (Un tipo odioso, 1), de Christina Lauren.

Una historia sexual entre una asistente en prácticas y su atractivo y odiado jefe. Una historia sexual que pierde fuelle al final dotándolo de un drama innecesario y convirtiéndose en una comedia romántica edulcorada.


Por estos lares de Internet ha gozado de cierta… popularidad. Me llamó la atención su extensión, porque es muy cortito, y que sus autoras estuvieran haciendo una colección de “historias cortas”, mismo estilo pero protagonistas nuevos.

Obviamente, la trama no tiene nada nuevo. Una becaria que se enamora de su jefe. El único punto destacable es que está escrito en dos voces. La de ella, Chloe, una absoluta petarda. Y la de él, Bennett, que acaba siendo un romanticón que ni Hugh Grant.

La historia empieza en seguida. Te va poniendo en situación poco a poco. Entre encuentro sexual y encuentro sexual. Al principio me gustó que Chloe no fuera el típico personaje femenino que le tienen que descubrir su sexualidad. Y lo deja claro masturbándose en el despacho de él, mientras éste habla por teléfono, sólo para provocarle y salir de allí más que satisfecha.

Se puede decir que es natural, te crea el perfil de los personajes sin entrar en grandes descripciones ni flashbacks innecesarios. Sin embargo, me ha gustado más Bennett y la visión que tiene él de Chloe que cómo es Chloe realmente. Cuando nos pone en la piel de esta mujer… hay pasajes que son insufribles.

Si estáis pensando que el problema que han creado las autoras es que el personaje masculino no lo tiene claro y sólo le interesa su relación sexual, estáis equivocados. Se desmarcan de eso. E intentan, y digo intentan, crear a la fémina con dotes ambiciosos, donde prima más su carrera profesional que romántica, es orgullosa y se las da de pragmática… Y esto estaría bien si no sonara a broma y a enfados de niña de instituto, o hubieran creado realmente una trama profesional más compleja, que no es el caso.

Así que tenemos dos personajes, uno que va evolucionando, o eso nos quieren hacer ver, y otra muy forzada. Lo siento, los motivos de Chloe no me resultan creíbles y no he empatizado con ella en ningún momento. Primero va de descarada, aunque es consciente que no controla la situación. Luego va de novia solícita durante el fin de semana de la convención. Y luego, cuando se cree que la ningunea, que se podría haber solucionado con una conversación de adultos y polvo correspondiente, va de orgullosa y digna. ¡Puaj!

Bennett tiene más paso. Desde el punto de vista de Chloe, nos lo pinta como un gilipollas y no para de repetir “ególatra” en todo el libro. Y, personalmente, no me lo ha parecido en ningún momento. Es un hombre que trabaja mucho, triunfador, con una vida fácil, atractivo… De ahí a ególatra… Digamos que de ególatra sólo está la palabra, no sus acciones. Se va dando cuenta que se controla con ella, que todas sus discusiones acaban en sexo desenfrenado, en la sala de reuniones, en las escaleras, en el coche, en un probador… Pero es consciente de sus sentimientos y la instiga a tener algo más que una vida sexual ajetreada, quiere ser su pareja. Claro, tenemos a un hombre entregado, para completar la ecuación tiene que estar la chica petarda.

El problema que veo en este libro es que no sabían cómo terminarlo. Y se han basado en una estructura argumental digna de un telefilm o de una comedia romántica de tres al cuarto. Con un esquema simple y manido. Estoy hartísima de esto: la relación va viento en popa, discuten, se separan, pasajes separados (echándose de menos, claro), hasta el reencuentro y el felices para siempre del final. Lo odio. Me parece un insulto para el lector. Conforme se separaban y Bennett decía que pasaban dos meses, mis ganas de arrancar las páginas aumentaba. Espera, que siendo autoconclusivo NO hay ninguna posibilidad de que no acaben juntos.

Algo que se podía haber solucionado, como digo, con una charla y un buen polvo de reconciliación, para mayores de dieciocho, acaba siendo una disculpa de rodillas y un felices para siempre apto para todos los públicos, de Antena 3 o de Divinity, claro. ¡Horrible!

Además, esto ya personalmente, que la reacción de ella me parece injustificada y de adolescente. “Me enfado y hago la pera”, me da igual que me haya dicho que está enamorado de mí. Tengo que demostrar que valgo. ¡Puaj! Bonita, si sales huyendo al mínimo conflicto, no demuestras lo que vales.

Las escenas eróticas son evocadoras. Ni demasiado gráficas, ni demasiado poéticas. Me han gustado los toques perversos que le dan a Bennett, como que le tiene que arrancar, romper y guardar cada braguita. Están bien escritas, aunque pueden ser más propias de fantasías sexuales por los lugares donde las llevan a cabo.


En definitiva, admito que voy a seguir leyendo esta colección. Por eso de ser parejas independientes, y porque se lee muy bien. Aunque bajaré mis expectativas a mera novela romántica con toques sexuales. Aun así, por eso de crear dos perfiles, la recomiendo. Alejémonos un poco de Sylvia Day y E.L. James. Esquema sencillo, pero correcto.
¡Juzga por ti mismo!

1 comentario:

Copyright © 2014 No me gustan los números