Reseña: La piel de Mica, de Paloma Bravo. De inspirador a sermón.
Tenía muchas ganas de leer este
libro, por el lenguaje ligero e inteligente, por una aparente trama sencilla…
Sin embargo, no estoy del todo contenta después de terminarlo. Durante todas
sus páginas me ha perseguido la infecta sensación de que la autora, a través de
su personaje, me estaba sermoneando. Y no era un sermón que me incitara a las
barricadas y a cantar “Do you hear the people sing?...” (Los Miserables), era
un sermón vestido de subliminal, maquillado con la indignación de Mica, la
protagonista, que, joder, a mí no me ha hecho empatizar.
Y mira que la entiendo, a Mica. Nos
cuenta su historia desde que se gradúa en periodismo, cómo se enamora, se casa,
se divorcia y pasa de trabajo en trabajo, de jefe en jefe, de fracaso en
fracaso, y de decepción en decepción. Lo dicho, debería ser pura empatía. Claro
que entiendo a Mica, tengo amigos periodistas y yo misma estoy en la rama de
comunicación, y he sufrido lo que sufre ella en las empresas grandes, esa
mediocridad, o, como dijo un profesor mío, la era de la mediocricracia. Con lo cual, estoy harta de verlo, de pensarlo y de
sentirlo.
Quizás esperaba del libro un
toque más de humor, o una historia más… elaborada. Suena horrible, no quiero
desmerecer el trabajo de Paloma, pero tengo la sensación de que el libro no es
más que una continuidad de pasajes, una continuidad de desgracias para la
protagonista, que no tiene suerte y que no consigue encontrarse.
Para mí no es una obra de
ficción, y sabiendo a lo que te enfrentas es un libro que se puede disfrutar.
Mi problema, ya lo he dicho, es que me esperaba otra cosa. A mí me gustan los
personajes, los que me leéis ya los sabéis, y, en este libro, Mica te va enumerando,
como si estuviera relatando un CV, las parejas que ha tenido sin más
implicación que la que tienen los tomates en la lista de la compra. Te
solidarizas con ella porque todos los tíos con los que topa son unos
gilipollas, pero el sentimiento no pasa de eso, de solidaridad.
Me fastidia porque he leído
muchas novelas de este estilo. Que son reales, pero al final te aportan algo. Y
con este libro… me siento vacía. Seguro que dentro de unos años ni me acuerdo.
Y eso es horrible. Estoy intentando dilucidar por qué me ha dejado tan fría.
Supongo que es un tema que me toca tan de cerca y del que me quejado tanto que
el mensaje ya había calado en mí desde hace tiempo. Y si el mensaje ya te lo
sabes, te queda una protagonista… que no te termina de caer bien. Cabezota y
que se autosabotea, que se impide a sí misma ser feliz. Y eso que es una chica
inteligente…
El resto de personajes lo
completan sus amigos y su familia. Porque los hombres que pasan por su vida, y
por su cama, no son dignos de mención. Lo peor es que no pasan de meros
secundarios. Me gustaría conocer más a Miguel y me uno al club de “¿por qué no
estáis juntos?”.
Lo que más me ha saturado es la
forma en la que está escrito. Está en primera persona, ya os digo que nos lo
cuenta todo Mica, pero hay un gran pero: los excesivos juegos de palabras. Y lo
destaco muy enfadada porque yo soy muy amiga de ellos, me encantan, me parecen
una demostración de manejar el lenguaje, de darle un toque de humor, de
soltura, de dinamismo. Otra cosa es abusar de ellos. En serio, es abusar. Pongo
un ejemplo.
“Y yo creía, siempre creyendo lo
que me daba la gana, que su pose de hijoputa era sólo eso, pose; y lo quería
sin querer, y me hacía daño al quererlo”.
“Di otros dos o tres millones de
vueltas aprendiendo a aprender, aprendiéndome y aprehendiéndome”.
Me acuerdo que leí en “Cómo no
escribir una novela” que con el calado político, o cualquier tipo de ideología,
aunque sea la defensa de la lechuga, hay que tener cuidado a la hora de
incluirla en el libro. Porque, como es el caso, parece que el autor se sirve de
las páginas para sermonearnos. Y no es un discurso que haga que demos un
porrazo en la mesa. No. Es una queja que podríamos desarrollar cualquiera. Y
dirá la autora, o los que lo defiendan, que así el libro es real. Pero el libro
está vendido como ficción. Y me encuentro el mismo discurso que veo todos los
días en todos los sitios… Para eso creas un blog y lo escribes ahí, no en un
libro. Ejemplo:
“En esta época de desempleo y de
miedo, cuando lo urgente es también lo importante y es el momento de crear,
invertir e inventar, gobiernos y empresarios, que en vez de recortar han
talado, se permiten el lujo de poner (o mantener) despacho y sueldo a vagos
redomados y a corchos expertos”.
Por mucha empatía que suscite
sigue siendo un sermón. Con lo cual no sé si recomendaría el libro. Es
innegable su calidad literaria, pero es como si estuviera por escrito y con
una portada naranja estupenda los problemas de nuestra amiga. Y los problemas
de mi amiga no los leo, me los cuenta tomando una cerveza.
¡Juzga por ti mismo!
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