11 de enero de 2015

Camino de las estatuillas: Crítica de La teoría del todo, de James Marsh. Una ecuación resuelta.


Conmovedora, ingeniosa, entrañable, visualmente cálida y perfecta, y con unas actuaciones que llenan la pantalla. Me ha encantado.


Con esta película me ha pasado lo contrario a The imitation game. Me esperaba una película sensiblera, dramática, triste… Pero no es nada de eso. La teoría del todo es más que una película de superación, simplemente es la historia de Stephen Hawking y su dura y adorable mujer Jane. Es una historia sobre personajes, sobre obstáculos, sobre la vida. Y si encima está filmada con incomparable gusto hace de esta película un must y una clara candidata a todo a lo que está nominada.

Lo primero de lo que me he dado cuenta es que no sabía nada, más que lo esencial, de Stephen Hawking, y lo esencial no incluía que fuera británico. No, no soy una gran seguidora de su carrera. Partiendo de ahí me ha encantado la historia. Porque al tenerlo tan fácil para hacerlo dramática —para hacer llorar, vaya—, no lo hace. Nos muestra la realidad de su enfermedad sin cebarse en planos eternos de sufrimiento, por ejemplo. De hecho, Stephen Hawking me ha parecido un cachondo, y la tendencia a hacerlo agradable, sarcástico y, en varios momentos, gracioso, ha aumentado mi satisfacción una vez llegado a su fin.


Otro punto que es obligatorio mencionar es la actuación de Eddie Redmayne. Yo sigo a este actor, me encanta, tiene muchos registros. Pero aquí, aquí es indescriptible. He acabado con contracturas y dolor de cuello de verle tenso, emulando las posturas a la perfección. El mismo mérito tienen el equipo de maquillaje por la caracterización. Es brutal y merece ser galardonado. Una pena que compita con roles tan fuertes y buenos.

Su mujer, interpretada por Felicity Jones, me ha sorprendido gratamente. Es todo un ejemplo de fidelidad, de compromiso… Y Felicity, es un espejo, facilita la empatía, no está forzada en ningún momento, es elegante y maravillosa.


Esta película también cuenta con grandes secundarios: David Thewlis, para los fans de Harry Potter el profesor Lupin, es también profesor en esta; Charlie Cox, es raro, este chico siempre hace esos papeles (guiño por Boardwalk Empire).
De hecho, la relación que mantiene Jane con Jonathan, el personaje de Charlie Cox, me ha parecido muy real y muy bien llevada, sutil.

Y es que la sutileza impregna toda la cinta. Y es de agradecer que te den pistas visuales y no te lo narren. Que lo dejen para sobreentenderlo. Que no te lo den todo mascadito. Eso, junto a los filtros, al color, a los planos, al gusto en general es lo que más me ha gustado.

Enfatizo que el discurso, que en otras manos hubiera sido lacrimógeno, en las de James Marsh resulta conmovedor y a la vez motivador, es difícil de explicar, simplemente nos están contando con humildad una historia que te va cautivando fotograma a fotograma, y entremedias chistecillos británicos que amenizan y son simpáticos.

Con lo cual, está claro que me ha encantado. Ya que los Globos de Oro son en unas horas diría que Eddie Redmayne se merece la estatuilla, Felicity Jones también, el globo a mejor película se lo podría también llevar de manera justa respetando a las demás. A los Bafta también será una clara favorita, desde luego espero que no la gane The imitation game, que al lado de esta es una peli para televisión.

Así que, sí, la recomiendo. No es una peli cruda, es preciosa visualmente, narrativamente más que correcta, una película de personajes, real. Es lo mínimo que se pide para un biopic, que tenga un buen guión y rezume realidad. Una realidad entrañable y conmovedora.

¡Juzga por ti mismo!

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