11 de enero de 2015

Camino de las estatuillas: Crítica de The imitation Game, de Morten Tyldum. A lo fácil.


El biopic de Alan Turing podría haber sido una mejor película si no hubiese caído en el drama fácil y en recursos manidos. Aun así, cumple su función y nos brinda a un espectacular Benedict Cumberbatch, que ya sabemos lo bien que le van los personajes excéntricos.


Esta película me apetecía más que La teoría del todo, y aprovecho para reclamar historias originales y dejarse de tanto biopic para ganar premios. Continúo. Tenía más ganas de verla que la de Stephen Hawking, por lo que quizá me ha decepcionado un poco.

La sombra de Una mente maravillosa se cernía sobre mi memoria, y el recuerdo que tengo de esa película no se ha visto superado por The imitation Game. Aunque han intentado amenizar y darle un toque de suspense a la historia no maquilla lo que realmente es, una buscadora de premios con un discurso fácil en contra del sometimiento que sufrieron los homosexuales en el Reino Unido. Y bueno, sí, que ahora la segunda Guerra Mundial la ganaron los británicos. Pero eso es secundario.

Nos encontramos con un pobre genio incomprendido, gay, al que le hacen bullying en el cole y no tiene familia aparentemente. Cuando le contrata, junto a varios compañeros, el MI6 para descifrar Enigma, él se recluye en sí mismo y se niega a trabajar en equipo alegando que son todos unos inútiles. Lo de siempre, vamos. Hasta que aparece la chica en cuestión, esta vez encarnada por una Keira Knightley que no termina de brillar, y le enseña a tratar con la gente. Entonces sí, todos se vuelven amiguitos y descifran Enigma. ¿Cuál será la moraleja de esto?


Pero al margen de la historia que es correcta y entretenida, lo que menos me ha gustado son las técnicas de cámara que utiliza Morten Tyldum. Una que me ha llamado la atención, por poner un ejemplo, es en una escena donde tienen seis minutos para hacer un crucigrama, pues la cámara se mueve para hacernos ver que pasa el tiempo de un examen, pero aparentando pasar más que los seis minutos que tienen.
Tampoco me han gustado los planos cortos de miradas para enfatizar el dramatismo, o las pausas narrativas en medio de una frase tan predecible que sabes cómo la va a continuar el personaje.

Por eso digo que han tirado a lo fácil. Al drama fácil, a los recursos narrativos manidos, a la tensión entre los personajes más que previsible. Porque los personajes que acompañan a Benedict y a Keira son grandes secundarios como Charles Dance, Mark Strong o el siempre elegante Matthew Goode, pero éstos no tienen papeles relevantes, son secundarios y todos sabemos lo que van a hacer; y no se debe al realismo de la película sino a los recursos narrativos simplones (que dan pistas visuales).


Con  lo cual, destacaría de esta película la interpretación de Benedict, porque realmente lo hace genial además de ser un excéntrico, hace muy bien de rarito en general; y aunque suene muy Sherlock el personaje no tiene nada que ver, salvo que es brillante, con su homólogo.

Por tanto la única nominación que vería justificada es si se llevará el premio Benedict como mejor actor, con respeto de sus contrincantes. Porque no es la mejor película, con el mejor guión y Keira como actriz de reparto no me convence. Veremos qué pasa esta noche.

¡Juzga por ti mismo!

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