«Reseña»: Grey (nadie lo necesitaba), de E.L. James.
En un ejercicio de masoquismo pirata me empecé Grey. Tranquilos, no he llegado muy lejos antes de que mi indignación tomará las riendas. Tremenda bazofia.
No esperaba nada bueno, desde luego, tenía
curiosidad, además se desprecian mejor las cosas si las sufres y hay que leer
de todo. Pero ese todo tiene un límite.
Yo he defendido Cincuenta Sombras de Grey,
defendí que se han magnificado algunas escenas, sacadas de contexto o
interpretándolas lo peor posible. Bien. Para mí Grey nunca fue un maltratador,
la sumisión no es maltrato —desde luego—. Pues después de la visión de Grey
tengo que tragarme estas palabras, porque si la autora lo concibió así desde un
primer momento, SÍ que es un maltratador, un enfermo y un machista, por decir
los primeros calificativos que me vienen a la cabeza.
La prosa de E.L. James está vacía, así que
el primer párrafo del libro, cuando se limita a enumerarnos acciones de lo que
hace Grey, no me llamó la atención. Es horrible, sí, pero previsible. En la
página siguiente ya empieza a narrarnos el primer encuentro con Anastasia y es
demasiado para el body. Lo voy a ilustrar con fragmentos.
Según entra por la puerta la juzga, todos
lo hacemos, pero no son nuestros pensamientos primordiales. los de Grey sí.
«Un ratón de biblioteca nervioso y tímido,
¿eh? Parece exactamente eso; va vestida de una manera espantosa, ocultando su
complexión delgada bajo un jersey sin forma, una falda marrón acampanada y unas
botas cómodas y prácticas. ¿Es que no tiene gusto para vestir? Mira mi despacho
con nerviosismo. Lo está observando todo menos a mí, noto con una ironía
divertida».
Tu lees esto y piensas que tío más
gilipollas. Pues es solo el comienzo. El problema, por supuesto, es cuando la
analiza y trata ya no como una chica nerviosa inferior a él, sino como un trozo
de carne. Alguien al que se follaría. Por mucho que te atraiga una persona no
piensas constantemente “la/lo cogía y la/lo reventaba”. No somos neandertales y
menos si tienes una imagen “profesional” como la que intenta ponerle a Grey, de
hombre de negocios. Atentos:
«Mientras ella se va poniendo más nerviosa
por momentos, se me ocurre que yo podría mejorar sus habilidades motoras con la
ayuda de una fusta de montar. Bien utilizada puede domar hasta a la más
asustadiza».
«—Pe… Perdón. No suelo utilizarla.
Está claro, nena, pero ahora mismo me
importa una mierda porque no puedo apartar los ojos de tu boca».
Aquí está el Grey maltratador, ¿cómo le
puede importar a alguien una mierda? En este caso le importa una mierda que no
sepa usar la grabadora, pero qué coño le pasa en la cabeza, por qué piensa así.
Hay más:
«—¿Es usted gay, señor Grey?
¡Pero qué coño…! ¡No me puedo creer que
haya llegado a decir eso en voz alta! Una pregunta que, irónicamente, ni
siquiera mi familia se atreve a hacerme. ¡Cómo se atreve! Tengo que reprimir la
necesidad imperiosa de arrancarla de su asiento, ponerla sobre mis rodillas y
azotarla para después follármela encima de mi mesa con las manos atadas detrás
de la espalda. Eso respondería perfectamente a su ridícula pregunta. Inspiro
hondo para calmarme. Para mi deleite vengativo, parece muy avergonzada por su
propia pregunta».
¿Esto se podría interpretar como
homofobia? Lo que sí se puede sacar de este párrafo es que tiene demasiada
necesidad por demostrar su virilidad, ¿qué tiene, quince años? Es incoherente,
la sutileza brilla por su ausencia y esa es la verdadera seguridad, esto es un
chiste de hombre.
Toda la famosa entrevista se la pasa
imaginando cómo sería “acostarse” con ella. Y claro, tú piensas que estás
hablando con un hombre, estás trabajando, y ese hombre no es que te esté
lanzando señales de que le pareces atractiva, sino que se pasa pensando en
follarte lo que dura el intercambio de preguntas. Es enfermizo, siendo
benévola. Qué asco, de verdad, acosador es más bien la palabra. Ejemplos:
«—Me interesan cosas muy diversas,
señorita Steele. Muy diversas. —Imágenes de ella en diferentes posturas en mi
cuarto de juegos me cruzan la mente: esposada a la cruz, con las extremidades
estiradas y atada a la cama de cuatro postes, tumbada sobre el banco de azotar…
Fíjate… ese rubor otra vez. Es como un mecanismo de defensa».
«—Es un buen negocio —murmuro, fingiendo
aburrirme, y me imagino follándole esa boca de lengua viperina para distraerme
de esos pensamientos sobre el hambre. Sí, esa boca necesita entrenamiento, y me
permito imaginarla de rodillas delante de mí. Vaya, ese pensamiento sí es
sugerente…».
«—Entonces quiere poseer cosas…
Sí, nena. A ti, para empezar… Arrugo la
frente, sorprendido por ese pensamiento».
«—Sí, señor —dice en voz baja.
Su respuesta me deja helado: esas palabras
suenan de una forma en su boca de listilla… Brevemente me imagino esa boca a mi
entera disposición».
«—Hasta la próxima, señorita Steele —digo
en voz baja. Ella me estrecha la mano. Sí, quiero azotar y follarme a esta
chica en mi cuarto de juegos. Tenerla atada y suplicando… necesitándome,
confiando en mí. Trago saliva».
Pero lo que me hizo dejar de leer no fue
que pareciera un salido maltratador y
controlador fue esto:
«—¿Ha traído abrigo? —pregunto.
—Chaqueta.
Lanzo a Olivia una mirada elocuente e
inmediatamente salta para traer una chaqueta azul marino. Me la da con su
expresión afectada habitual. Dios, qué irritante es Olivia… Suspirando por mí a
todas horas…».
Al señor Grey le parece irritante que su
secretaria, asistente, suspire por él a todas horas. Pero ¿quién piensa eso?
Menudo gilipollas.
Así que dejé de leer y os aconsejo que por
mucha curiosidad que tengáis os mantengáis alejados de este libro. Me quedo con
la visión de Christian de Anastasia, idealizada o no es muchísimo mejor que el
gilipollas integral y arrogante que parece que es en este libro, tan
innecesario que nadie debería comprar ni leer. Estáis avisados.
¡Juzga por ti mismo!
Yo intenté leer 50 Sombras y no fui capaz de continuar.
ResponderEliminarY después de leer tu reseña de este otro... puff es peor de lo que imaginaba.
Por lo que dicen es un libro malo malo, pero que se yo en realidad, si no lo he leído y no creo que lo haga. Leí el primero y es de esos libros que no te llevan a nada, y este volumen realmente no era necesario, pero quieren seguir llenándose los bolsillos. Buena reseña.
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