2 de agosto de 2013

Reseña: La trampa de los 18, (Taken 1), de Erin Bowman. Moderna distopía clásica.


Distopía de un futuro próximo con ingredientes clásicos: pueblos aislados y desinformados, un líder totalitarista y un grupo de rebeldes que luchan por derrocar el sistema. La única pega: el triángulo amoroso, demasiado teen.


¿Cómo se les ocurre traducir un evocador y sugerente, Taken, por La trampa de los 18? Parece el título de una peli mala para adolescentes de Antena3. Recursos editoriales aparte, esta novela tiene todos los ingredientes de una distopía clásica. He visto numerosas referencias, que no copias, tiene buen ritmo y consigue engancharte con capítulos cortos. ¿El problema? Que el final es muy adolescente potterniano. Aunque nos lo disfrace de “todo estaba preparado”, los personajes se salvan por suerte, y si eso le añadimos una tensión por un triángulo amoroso absolutamente prescindible… Pues se pierde la atmósfera que nos ha creado en la dos terceras partes del libro, de distopía, de buena distopía, para dejarnos un regusto muy adolescente.

La historia me llamó la atención. Vamos a dejar claro que en ningún caso estoy diciendo que sea novedoso u original. Un pueblo, casi medieval, sin luz ni agua corriente, donde cada vez que un chico cumple los dieciocho años se lo llevan. Algunos acusan a este libro de predecible. Pero aquí empieza su relación con las distopías clásicas. La mayoría de ellas son predecibles. Porque el protagonista es el que no sabe nada, el lector se lo huele, porque somos listos y el autor nos sorprende con pequeñas cosas, pero el protagonista vive aislado, engañado, preso del sistema… Y es el despertar. Obviamente, sabes que esto va a ocurrir, juzgarlo de predecible es como decir que el mar es azul, pues ya lo sabemos, así es como se desarrolla este tipo de libros.

Sigue un esquema clásico. Sin embargo, no llega a ser negativo. A mí me ha gustado mucho la historia, por la forma de estar contada, por los personajes, algunas subtramas, la idea central… Es una buena distopía. Una distopía que se nutre de las grandes: El totalitarismo y el racionamiento de 1984, la agilidad de los acontecimientos y el desconocimiento del protagonista de Fahrenheit 451, o el descubrimiento de una sociedad civilizada que se cree Dios con experimientos del ADN de Un mundo feliz.

Al protagonista, Gray, le abruman las preguntas y quiere escapar del pueblo cercado por muros que si los saltas mueres quemado. Él se arriesga y su chica, Emma, también. Consiguen escapar para caer en una red de más preguntas sin respuesta. Las sospechas y la intriga se desarrollan de forma natural. En ningún momento piensas que el personaje es idiota, se va dando cuenta él solo. Cosa que es de agradecer porque en otras distopías adolescentes, la adolescente en cuestión siempre es la última en todo.

En este caso el protagonista es un chico. Y se nota, es reconfortante no tener, o leer, siempre las tonterías de niña petarda. Gray no está mal, es impulsivo y valiente. Rasgos que chocan con la repentina moralidad que al final del libro le entra, por acabar, o no, con la vida de alguien. Personalmente hubiera encontrado más coherente que tuviese menos reparos. Que prime la supervivencia, ese falso discurso me parece fuera de lugar.

Sin duda mi personaje favorito es Bree, es guerrera, valiente, ágil… Es como Gray, pero en chica. Por eso no me cuadra que Gray tenga reparos en apretar un gatillo y ella sea más práctica. Insisto, es supervivencia.  Aunque, la verdad, me gustan muchos secundarios, tienen mucha fuerza: Owen, Ryder, Bo… hasta Frank. Te da pena que no los desarrolle más y es meritorio que con unas pocas palabras te cree el marco del personajes, sin ceñirse a esterotipos, con naturalidad.

El hilo argumental es correcto, simple y efectivo. Puedes delimitar perfectamente el principio, nudo y desenlace. Algo que prefiero. Está escrito en presente, en primera persona y todo nos lo cuenta Gray. Sin embargo, es descriptivo y aunque él siempre nos acompaña, nos podemos hacer una idea personal de cada cosa, situación o lugar.

El lenguaje es sencillo, ágil. No me ha parecido precipitado, aunque sí tengo que reconocer que en algunos tramos hay saltos que no están muy aunados en los que te puedes preguntar pero ¿cuánto tiempo ha pasado? ¡Si acaban de hablar! Pero, sinceramente, prefiero esto, aunque podría mejorarse, a partes del libro de relleno. Aquí no hay de eso. Todo es importante y relevante para la trama.

Las escenas de lucha son gráficas. Exceptuando el final. Que lo he visto perfectamente en una película. Es el punto que más he sentido que sea en primera persona, porque Gray, obviamente, no es capaz de ver todo. Y se convierte en un borrón hasta que escapan. No vamos a ponernos quisquillosos, porque está bien escrito y es una historia con argumento suficiente para una trilogía, no como tantos otros.

En serio, el triángulo lo suprimiría. Además me da coraje y me pone nerviosa ese tipo de situaciones. Que esté con una de las dos y que avance la historia, que no preste mayor atención a la tensión, a los sentimientos… Espero que no abuse de esto en el segundo. Qué miedo.

En definitiva, si te gustan las distopías esta te gustará. Si te gusta la literatura juvenil también te gustará. Las comparaciones son horrorosas, pero desde luego es mejor que Divergente. Originalidad frente a calidad y entretenimiento. Prefiero lo segundo, lo siento. Lo importante es la forma en que cada autor lo cuenta, aunque sea una historia o un esquema que nos sabemos.




¡Juzga por ti mismo!


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