Crítica: El juego de Ender, de Gavin Hood. Menos Ender y más blockbuster.

Visualmente cautivadora, pero conceptualmente simple. El juego de Ender de Gavin Hood se aleja demasiado de la visión particular de Orson Scott Card. Muchos agujeros en el espacio.

Podéis catalogarme de friki del libro. Hacedlo. Y si estáis hartos de críticas de los que se han leído esta obra de ciencia ficción, dejad de leer ahora. Porque lo voy a comparar. No puedo juzgarlo como una película más. Tengo numerosas influencias y he echado de menos muchas cosas. Unas prescindibles y otras que deberían haber estado, en las que deberían haber pensado. En fin… ¿cómo es la adaptación del El juego de Ender? Regulera.

Es climática, con buenos efectos especiales, atmosférica… Lo dicho, visualmente es espectacular. Pero no quiero otra peli del espacio. Yo iba a buscar los conceptos planteados en el libro. Y si el señor Hood no quería profundizar demasiado, al menos mencionarlos de pasada.

Salí del cine con una sensación agridulce. Y lo que más me ha molestado de esta superproducción es el papel que le han dado a Ben Kingsley. ¿Hola? Mazer Rackman… ¡Qué decepción! Todavía no me he repasado la reseña. Estoy criticando la película con los recuerdos que tengo del libro. Y el personaje de Mazer es de los más importantes. El misterio que gira en torno a él, cómo aparece, que se pasa días sin hablar a Ender, sólo observándolo. Eso lo podían haber adaptado tal cual. La sorpresa de Ender al descubrir que es Mazer.

Y es que Mazer está mal tratado en la película, no es sólo un héroe de guerra. Es un héroe de hace cientos de años. Todos le dan por muerto. Aquí, amigos, es donde nos encontramos el primer hueco argumentativo. Se dejan sin explicar que el tiempo transcurre de otra forma en los viajes espaciales y por eso Mazer está vivo e igual, y por eso no se ha vuelto a saber de él. No digo que lo expliquen con un monólogo, que lo mencionen porque es importante. Porque al no hacerlo han alterado la figura de uno de los mejores personajes y de las mejores relaciones que mantiene Ender. Y encima estamos hablando de Ben Kingsley, un actor espectacular que está desaprovechado. ¡Qué decepción!

Esto es lo que más me ha molestado de la película. El resto lo puedo medio aceptar, comprender… Entiendo que se hayan comido la subtrama de los hermanos de Ender como líderes de masas. Era muy interesante pero en una película quizás difícil de trasladar. Aunque como tengan una mínima intención de hacer la segunda parte, ya me contarás…

También me dejó la sensación de que Ender en la película le sale todo demasiado bien. En el libro siempre tiene problemas porque los profesores le ponen a prueba constantemente. Y me acuerdo que era la misma sensación que con Harry Potter de: “joder, no le dejan en paz al pobre”. Aquí no. Tiene problemas pero han cuidado más su rol de líder, de estratega, que de adolescente. No olvidemos que es un niño.

Asa Butterfield no me convence del todo como Ender. No puedo justificar mi respuesta, es sólo una sensación. Los que sí me han gustado han sido los secundarios. Bonzo Madrid interpretado por un genial Moisés Arias (Kings of summer) y uno de mis personajes favoritos del libro: Bean (Aramis Knight) muy bien adaptado. Sin menospreciar a las féminas desde Viola Davis al personaje de Petra (Hailee Stenfield), pasando por la hermanísima y reconocida Abigail Breslin. En cambio, a Harrison Ford no le veo demasiado cómodo en su rol.

Hay que reconocer, igual que resalto lo malo, que las batallas entre equipos en el simulador están muy conseguidas y son entretenidas. Te dejan con ganas de más. Y la relación de Ender con los insectores, en el libro tan… onírica, aquí es más obvia, pero el resultado es el mismo. Ender eres un petardo, estás hecho para matar, ¿ahora vas a salvar a su especie?

Como suele ocurrir, recomiendo encarecidamente el libro. Mucho, mucho. Y luego, por curiosidad, ved la película. Si habéis visto la peli sin leer el libro, leéroslo. Aunque sepáis cómo acaba el libro se lee enseguida y como se deja tantas cosas la peli no os aburrirá. Es obligatorio.