Reseña: Adicta a ti (Fixed,1), de Laurelin Paige. Palpitante.

Dentro de la moda erótica un libro más, con algún destello de originalidad en los matices de los personajes, que se desvanece por la liviandad con la que se comportan o el lenguaje que emplea la autora a la hora de describir los actos sexuales. Todo muy palpitante.

Tenía buena nota en Goodreads y me lancé al abismo. Y el libro en sí no está mal, cumple un objetivo aunque, como dije en la entrada de los coños, las escenas sexuales están mal relatadas.

La historia es fácil. La protagonista es una chica recién licenciada que trabaja de camarera, pero quiere llevar la gestión del bar porque ha estudiado una suerte de Administración y gestión de empresas. La peculiaridad que tiene es que es obsesiva, y en el pasado ha tenido varias órdenes de alejamiento, ha ido a terapia, etc. Por otro lado tenemos al chulazo rico, que compra el bar donde ella trabaja. Su peculiaridad que es un sociópata. Él enseguida se encapricha de ella y ella se siente atraída por él. Él la ofrece participar en una farsa para su familia, la contrata para que sea su novia de mentira y así no le obliguen a casarse con una amiga. Ya sabéis, los matrimonios concertados de ricos, en fin. Ese es el argumento. Claro, que luego acaban fornicando, bueno, luego no, desde el principio.

El libro está bien escrito, es fácil, no vas a aprender ninguna palabra nueva, pero no te hiere en los ojos, algo que parece que tenemos que agradecer al hablar de este género. Y aunque podemos tratarlo como un libro más de este boom erótico, no hay que quitarle mérito a la autora que, aunque ha caído en muchos tópicos, crea una historia un poco distinta, y los personajes también.

Me ha gustado que se aleje del rol de chica becaria atraída por el rico y poderoso. Como ocurre en la demasiado omnipresente Cincuenta Sombras de Grey o en la saga de Beautiful Bastard —de momento, mi favorita—. Quizás esté libro se asemeje más a esta última que al edulcorado y extremista Cincuenta sombras o los libros de Silvia Day, donde cada página es un tópico.

Aquí los personajes tienen una personalidad diferente. Aunque para ello haya tenido que darles traumas y matices psicológicos un tanto… excesivos. Pero bueno, ya es algo distinto. Sobre todo la que más se diferencia es la protagonista, Alayna, que nos lo cuenta en primera persona y se aleja del resto de petardas, aunque en algunos fragmentos no lo suficiente. Porque repite demasiado: «los ojos se me llenaron de lagrimas». ¡Llorona!

El esquema también es sencillo. Se conocen, se atraen, empiezan a acostarse y hacen el trato peculiar ese. Y se van enamorando. Confieso que creía que iba a acabar mal el libro, o por lo menos separados, pero no, lo que anima a que lo recomiende porque puede ser autoconclusivo, aunque ya sabemos que es una trilogía.

Los personajes secundarios son de traca. La suegra malvada me ha gustado, Sophia, está muy llevado al extremo, pero está bien después de tantas familias de personajes masculinos tan ideales y utópicas. Sophia es una superbruja. El resto… sencillito. Hudson, el chulazo, el prota masculino sí que se acerca más al estereotipo de Christian Grey o de Bennett, me parecen todos iguales. Y por supuesto, unos samuráis en la cama.

La cama. Las escenas eróticas es lo que menos me ha gustado. Repite polla y coño hasta la saciedad. Eso no es literatura. Además de miembro, raja, y la odiada almeja. Le falta sutileza y más magnetismo. Describe de manera fría algo demasiado cálido. No me han gustado, son casi mecánicas. Acción, acción, acción. Pero bueno, tampoco hay demasiadas para tratarse de un libro de esos.

Con lo cual, no sé si lo recomendaría. Dentro del género no está mal, pero al tener una carencia por no describir como es debido las escenas eróticas, pues le acarrea peso negativo. Supongo que sí continuaré con la saga. Porque a pesar de todo se lee bien y está escrito de manera correcta. Entrelecturas.