Crítica: El Atlas de las Nubes, de los hermanos Wachowski. Falso misticismo.
Historias cruzadas en distintos
tiempos cuyo nexo son las consecuencias de los actos y los mismos actores. ¿El
problema? Que se intenta dar profundidad y una extrema relevancia a algo que de
por sí es simple y para nada tan complejo como nos lo pintan.
A mí me vendieron otra cosa. Para nada es lo que me esperaba. La decepción la comparo con la misma que me llevé al ver Origen. Y, a mi entender, esta película es para el mismo tipo de público: personas que creen ver profundidad y filosofan en unos conceptos que flotan arbitrariamente en la superficie de la nada.
La película atrae visualmente,
eso faltaba. Y mezcla diferentes historias de distintos géneros cada una. A
saber: la más antigua en el tiempo es una historia de viajes, en la que el peso
de la historia recae en la moralidad de la esclavitud (hoy, en Conceptos
Nuevos…). Jim Sturgess interpreta a un hombre de leyes que ayuda a un esclavo
mientras su médico intenta matarle para llevarse el oro.
La siguiente historia es sobre cómo el virtuosismo se convierte en ambición. Un joven músico se convierte en pupilo de un gran compositor mientras compone su ópera prima, que el propio maestro intenta agenciarse. Se puede resumir en un drama dandi.
Luego, nos transportamos a los años setenta - ochenta y nos sumergimos en una trama de espionaje insulsa y superficial, como toda la película.
Llegamos al 2012 para adentrarnos en la piel de un editor, esta es la historia que más me ha gustado, desde luego. Se puede incluir en el género de humor. El editor acaba en una residencia de ancianos muy peculiar donde le ha encerrado su hermano mediante engaños, e intenta urdir un plan para escaparse con varios compañeros. Varios puntos cómicos y un Hugo Weaving encarnando a una enfermera completan el marco de la mejor historia de la película.
La siguiente nos lleva a un futuro cruel, organizado por castas, donde los “fabricantes” son considerados infrahumanos y sólo están para servir… Una historia de ciencia ficción con broches distópicos, con rebelión y discurso filosófico, y asombrosos efectos especiales.
Y acabamos con una historia de ciencia ficción primitiva, donde los humanos pueblan una tierra devastada por la subida de los mares y la pérdida de la tecnología y el conocimiento ha dado lugar a dos tipos de humanidad: la que aún posee restos de estos avances, los llamados “clarividentes”, y los que no, los “vayesinos”, reducidos a un grupo de primitivos armados con cuchillos que luchan contra tribus caníbales. Faltaba una historia de espadas y luchas tribales, así que decidieron ponerla al final en vez de al principio.
La siguiente historia es sobre cómo el virtuosismo se convierte en ambición. Un joven músico se convierte en pupilo de un gran compositor mientras compone su ópera prima, que el propio maestro intenta agenciarse. Se puede resumir en un drama dandi.
Luego, nos transportamos a los años setenta - ochenta y nos sumergimos en una trama de espionaje insulsa y superficial, como toda la película.
Llegamos al 2012 para adentrarnos en la piel de un editor, esta es la historia que más me ha gustado, desde luego. Se puede incluir en el género de humor. El editor acaba en una residencia de ancianos muy peculiar donde le ha encerrado su hermano mediante engaños, e intenta urdir un plan para escaparse con varios compañeros. Varios puntos cómicos y un Hugo Weaving encarnando a una enfermera completan el marco de la mejor historia de la película.
La siguiente nos lleva a un futuro cruel, organizado por castas, donde los “fabricantes” son considerados infrahumanos y sólo están para servir… Una historia de ciencia ficción con broches distópicos, con rebelión y discurso filosófico, y asombrosos efectos especiales.
Y acabamos con una historia de ciencia ficción primitiva, donde los humanos pueblan una tierra devastada por la subida de los mares y la pérdida de la tecnología y el conocimiento ha dado lugar a dos tipos de humanidad: la que aún posee restos de estos avances, los llamados “clarividentes”, y los que no, los “vayesinos”, reducidos a un grupo de primitivos armados con cuchillos que luchan contra tribus caníbales. Faltaba una historia de espadas y luchas tribales, así que decidieron ponerla al final en vez de al principio.
Al ser tantas historias y dar
saltos continuamente, la cinta se hace entretenida. Claro, lo miras con
perspectiva y te sientes timado porque el mensaje y los conceptos que pincela
son simplistas. Con la idea que juega es que el modo en que nos comportemos en
la vida repercutirá en la siguiente. Añadiéndole que todos estamos conectados,
y que el individuo pertenece a todos, concepto que repite hasta la saciedad
igual que hizo en su momento Aldous Huxley en Un mundo feliz: “Todo el mundo
pertenece a todo el mundo”, y, siguiendo el paralelismo, como diría Bernard
Marx: Idiotas.
De este modo, no siendo idiota,
tomando como concepto que todo repercute, vemos el recorrido del alma, esencia,
de los personajes. Pero vamos, los malos son malos siempre y los buenos son
buenos. ¡Qué de matices!
Visualmente es intachable, algo
bueno tenía que tener la película, y ya que los firman estos hermanos… Sobre
todo, obviamente, los mundos futuros.
Pero esta película, lejos de ser
transcendente, no es más que un blockbuster,
que no os engañen, donde las relaciones de los personajes están cogidas por los
pelos y, por eso mismo, por intentar relacionarlos, pierden esas historias, en
muchas ocasiones.
¡Juzga por ti mismo!
Jopé, menudo chafón, tenía muchísimas ganas de verla... Y de leer el libro también. :)
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