24 de septiembre de 2014

Crónica: Alhambra Sound Festival 2014.


Buen cartel, muy buenas actuaciones, pero la bebida y la comida poco accesible. Ese sería mi resumen de este Alhambra.


Llegamos ilusionados. Dimos una vuelta de supervisión en compañía de los acordes del ensayo de Vetusta Morla, por la mañana. Las nubes parecían no querer participar y todo apuntaba a que sería una buena jornada con buena música.

Primero, nada más entrar, después de presenciar como unos lerdos tiraban sus bocadillos y demás comida —qué lástima— por no leer las informaciones que mandaron debidamente al mail la organización del festival —y que también figuraban en las normas de acceso de la web—, empezamos con Genérica. Algo que no entendí muy bien, porque la apertura de puertas era a las dos, y ellos empezaron a tocar a las dos. Claro, nos perdimos, entre que entrábamos, la mitad de su actuación… Una pena, porque los chicos sonaron muy bien. Les seguiré la pista.


Después de abrir el apetito nos fuimos a comer. A usar nuestra pulsera VIP y la promoción de dos horas de cerveza gratis. La verdad es que ese tiempo fue muy agradable. Pero no habíamos ido a beber, fuimos a escuchar música, así que nos levantamos con todo el bochorno de la tarde para pasarnos a ver a Napoleón Solo y disfrutamos con su Sueña conmigo y Tiene que acabar. Pero, qué queréis que os diga, al final preferí irme antes y coger buen sitio para ver a Full. ¡Ays! Estos sevillanos es que me encantan. Fue un concierto impecable, se hizo muy corto. Muy divertido y muy recomendables. Me gustó que mucha gente se animara a verles, porque se lo merecen.


Viendo la tarde que nos esperaba aprovechamos después de Full para descansar. Y por fin dieron las 19.20 y con puntualidad suiza Izal apareció. Creo que fue el concierto más multitudinario de todo el festival. Todos estábamos ahí. Y fue genial, como siempre, Mikel y los suyos derrocharon simpatía y buen rollo con sus canciones y sus comentarios. Una espontaneidad, aun con problemas para el teclista, de quien disfruta haciendo lo que hace. Los pelos se me pusieron de punta al oírnos a todos cantar Magia y efectos especiales. Fue espectacular.


Lo que no fue tan espectacular fue llegar al otro escenario. Imposible es un eufemismo de la gente que convocó Izal. No se acababa. Atrás del todo la gente seguía apretada, no había huecos.

Sea como fuere, conseguimos llegar a ver a Second, un poquito, sólo un poquito, una lástima porque con los murcianos es diversión asegurada. Pero es que, si no, volver al otro escenario a ver a Vetusta hubiera sido harto complicado. Aun así conseguimos escuchar la ya emblemática Un rincón exquisito, y varias de su ya no tan nuevo disco. Y ha prometido que era el último concierto en el que lucían esos «pijamas», eso augura… ¡gira nueva y disco nuevo!


Vimos a Vetusta incómodamente. La noche avanzaba y la gente empezaba a ir perjudicada, convirtiéndose en personas que no controlan sus extremidades. Una puta mierda insoportable, diciéndolo llanamente. Vetusta sonó espectacular, como nos tienen acostumbrados, aunque el repertorio elegido fue un tanto decadente en algunos tramos. Eso, por decir algo negativo. Me hubiese gustado asomarme a ver a los Kakkmaddafakka, pero el emplazamiento complicó el hecho de moverse de una actuación a otra. Bueno, no lo complicó, lo hizo imposible. Es más, dejaron a los grupos más internacionales, éstos y los Zombie Kids, en el espacio más pequeño y menos accesible. Bastante cuestionable esta decisión. Vetusta nos recitó una oda a La deriva, recitó literalmente, y concluyó su concierto como es debido.

Tras él sólo nos quedaba beber, estábamos secos de cantar, y comer, estábamos… hambrientos. Claro, el parón era el mismo para todo el mundo. La barra se colapsó, y resultó imposible conseguir una jodida cerveza y beneficiarse de nuestra oferta «VIP» del 2x1. Acabamos pidiendo una triste botella de agua que cumplió su función.

Lori Meyers se retrasó. Me había sorprendido la puntualidad y la forma tan correcta de cumplir el timing de todos los grupos. Algo por otro lado necesario para la organización y para no perjudicar a tus compañeros. El caso es que Lori Meyers se retrasó casi veinte minutos. Si a eso le sumamos el cansancio de todo el día, los ánimos se desinflaron en general. Y tras escuchar unas pocas canciones, la gente huimos en masa. Por mucho que nos haya sorprendido, o no, la colaboración/aparición estelar de Anni B Sweet.

Para dar una conclusión fue muy cansado. Quizás por eso disfruté más de las primeras actuaciones, las de Full e Izal. Faltaron barras, faltaron puestos de comida. Sobró gente porque aquello estaba demasiado masificado. Muy buena música, hay que enardecer a los técnicos porque sonó todo estupendo, pero deficiencias en la organización que empobrecen la percepción y la valoración en general. De todo se aprende. Esperemos.

¡Disfrutad!

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