12 de diciembre de 2012

Crítica de la 5º Temporada de True Blood: sangre caducada.


Profunda decepción es lo que siento después de haberme terminado la temporada. Se les ha ido de las manos y la coherencia argumental brilla por su ausencia.


Un amigo que siguió el calendario americano me la pintó bastante bien, y como es True Blood y me he leído los libros, pues la iba a ver sí o sí. Claro que, después de cómo termina esta, la sexta ya es otra historia. No me ha gustado nada, pero nada de nada.


Una cosa es meterse en asuntos del gobierno de los vampiros, que ya lo pinceló la temporada anterior, que acabó como acabó, y, según ese final, Eric y Bill se las prometían muy felices para convertirse en líderes. Además, empiezan por ir a salvar a la hermana de Eric, ¿cómo acaban presos de una peligrosa secta cuyo líder va variando según avanzan los capítulos? No entiendo nada.

En la primera parte de la temporada la trama gira en torno al “suspense” de quién liberó a Russell y la contrarreloj hasta encontrarlo, porque sino matan a Eric y a Bill. Vale, esto no está mal. Si no contamos que, paralelamente, a nuestro héroe de Irak le persigue una ola de humo, causada por una maldición que le echaron en la guerra pero que ha encontrado en ese momento la oportunidad de aparecerse y matarles. ¡RELLENO!

Por otro lado no puedo obviar la sinsustancia a la que se enfrenta Sookie. Un club de hadas. Claro que sí. Algo que podían haber hecho más místico e interesante lo convierten en un club (de striptease) donde nuestra protagonista intenta descubrir cómo murieron realmente sus padres. Algo que estiran hasta el final… A lo que no encuentro ningún sentido es por qué, si la “comprometieron” con un vampiro, éste ha decidido esperar hasta este momento para aparecerse.


Hay más relleno: el reciente vampirismo de Tara, la mala evolución de Hoyt mezclada con una banda antisuperseres, el problema con el líder de la manada de hombres lobo en la que se ve envuelto Sam y Luna, además de Alcide, etc. Subtramas y más subtramas, cuyo único interés es el torso desnudo del hombre lobo.


 No salvo nada, nada de nada. El desenlace con Russell me pareció… absurdísimo. Realmente todo el desenlace me pareció absurdo. El único personaje consecuente es Eric. Se les ha ido de las manos, un poco de creencia religiosa vampírica es interesante, convertirlo en secta no lo es. Imaginaos que he estado esperando en cada capítulo que Bill hiciera algo que demostrase que todo era un ardid para escapar o para acabar con todos, porque hubiese sido muy acorde con su personaje. Pero no. Se ha vuelto malo, ¡qué le vamos a hacer!


Tanto sentimiento hacia la “diosa” vampírica me ha aburrido soberanamente. Se han pasado. Si lo uno con que las tramas en, prácticamente, ningún punto se han unido, pues échale… En las temporadas anteriores todo confluía en Sookie, todo. Era la gracia. Que esta adorable chica sureña se metía en todos los líos habidos y por haber. En esta temporada está muy al margen, absolutamente. Cada trama va por un lado, se hace incomible.


Objetividad al poder. No la veáis. Sobre todo si os han gustado las anteriores. Está llena de incoherencias, tanto argumentales como en el desarrollo de los personajes. Es una temporada para olvidar. ¡Qué decepción!

¡Juzga por ti mismo!

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